#MásPoesía Miguel N. Lira

Romance de la noche maya

 

Ni tú ni yo olvidaremos

la noche de Mayalán:

tú por aquello que sabes,

yo por lo que supe allá.

 

Tú estabas enardecida

como flor de flamboyán.

Eva, serpiente y manzana

Mordidas por la ansiedad.

 

Tus ojos cuando me vieron

agrandaron su mirar:

ojos de gacela herida

por ondas de claridad.

 

Tus brazos se me tendieron

para poderme alcanzar:

un escalofrío en mi cuerpo

regó tu ardor digital.

 

Tú me besabas las manos,

yo tu carne vegetal;

tú mis labios sin fronteras,

yo tu cuerpo de alquitrán.

 

Tus muslos olían a selva,

a sándalo y tulipán;

se me entregaban, se huían

-cuna y muerte de mi afán.

 

¿Qué fue lo que nos dijimos

cuando pudimos hablar?

Ni tú ni yo lo sabemos,

ni lo hemos de recordar.

 

Tú contabas las estrellas

guardando la horizontal,

yo deshojaba en la tierra

las rosas de tu fustán.

 

Tú me dejaste en los labios

sabor de albricias frutal:

miel de guanábana fresca

y de guaya tropical.

 

Si gritamos o reímos,

¿quién lo podrá asegurar?

¡Sólo la tierra bermeja

que nos oyó suspirar!

 

Los grillos se adormilaron,

dejó el Jujuy de cantar:

sólo tu cuerpo fluía

ritmos de hamaca nupcial.

 

La nikté guardó su aroma

y se arropó el del manglar;

pero el aire de la noche

tenía tu olor nada más.

 

Tú y yo quedamos callados,

solos en la soledad:

tú soñando entre mis brazos,

yo velando tu soñar.

 

Cuando de mí te apartaste,

te fui siguiendo el andar;

junto al Cenote Sagrado

te volviste oscuridad.

 

Te me perdiste esa noche

Imposible de olvidar;

Tú por aquello que sabes,

Yo por lo que supe allá.

 

Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.