LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

El coronavirus ha sido declarado por la Organización mundial de la salud una pandemia. No recuerdo anteriormente haberme enterado de cosa semejante. Esto es todo un suceso. Ni con la influenza H1N1 que también causó furor, se vivió cosa semejante.

De pronto cuando se da a conocer el riesgo de contraer alguna enfermedad por adquirir algún tipo de virus, la sociedad entra en una crisis, de algo que pudiera definirse como histeria colectiva.

No faltan los chistosos que hacen circular notas escandalosas, en las que narran tragedias apocalípticas o dan a conocer curas tan absurdas, como milagrosas. La desinformación abunda y se rompe el equilibrio social, dejando a un lado las más elementales medidas de prudencia y sentido común.

En estos casos, la actitud inicial de todo gobierno, es de indiferencia y ninguneo. A ningún régimen le agrada que su población entre en pánico. Es a partir del transcurso del tiempo y la confirmación de los hechos, que se empiezan a tomar medidas.

En el caso nuestro, son de aplaudirse medidas como las tomadas por la secretaría de educación, suspendiendo clases, anticipando y ampliando el receso académico y extremando cuidado en las revisiones en lo que todo lo anteriormente mencionado sucede.

En contrapartida, no deja de ser cuestionable lo que Migración y gobernación hacen o dejan de hacer en el caso de los aeropuertos, donde si bien se afirma que hay máquinas detectoras de calor, circulan infinidad de historias de pasajeros provenientes del extranjero, que afirman haber ingresado al país, sin pasar filtro alguno.

Pero mucho peor todavía resulta la conducta del presidente de la república, que en vez de ser el primero en dar el ejemplo de obediencia a las disposiciones de seguridad sanitaria, se la pasa, de manera totalmente irresponsable, abrazando gente y besando niños.

Triste proceder del jefe de las instituciones nacionales, que se conduce con la necedad típica de un chamaco maleducado o de un anciano afectado de demencia senil, que solo quieren (no piensan) hacer su voluntad a toda costa y salirse con la suya. ¿De qué modo va a llamar entonces el presidente a la prudencia y la mesura?, ¿como recomendar acatar las normas, siendo el primero en desobedecer? No hay estatura moral.

Pero nuestra sociedad no está mejor, cuando se deja ganar por la histeria e incurre no solo en la difusión de chismes y desinformación y en compras de pánico, que solo redundan tarde o temprano, en desabasto, acaparamiento y alzas de precios. No contribuyamos a malas prácticas, sino antes bien, seamos juiciosos y asertivos.

Un país que cierra sus fronteras, tiene por fuerza que tener elementos para subsistir durante todo el tiempo que se suspenderá el ingreso de divisas. Una sociedad que paraliza sus actividades, tiene por fuerza que poseer reservas para enfrentar el paro. No se trata de cerrar fronteras y de paralizar a México, sino vuelvo a insistir, de ser prudentes y precavidos.

No es casual que se hayan suspendido el basquetbol en Estados Unidos y el Fútbol en Europa, siendo ambos casos, actividades que reportan ingresos millonarios. Es importante recordar que en una pandemia, nadie está exento o a salvo de contagiarse y hay que seguir a rajatabla, sencillas disposiciones como la higiene más estricta y no acudir a concentraciones masivas o a sitios que reúnan gran cantidad de personas.

Como todo en la vida, este género de sucesos, tienen un inicio, una cima y un decremento. Observemos con cuidado las medidas de seguridad sugeridas por las autoridades y los especialistas y veremos como en un par de meses, esto pasa al olvido, lo mismo que otros padecimientos.

Y que el presidente haga changuitos para no contagiarse o que se contagie y cumpla sus sueños de consagrarse en mártir, pero por favor, que ya no siga dando malos ejemplos…

Dios, Patria y Libertad