¡COVID- 19;  NADIE LE CREE AL PRESIDENTE!

La realidad, siempre terca, ya alcanzó a López Obrador y está a punto de tragarse su presidencia.

    ¿Por qué?

Porque a 15 meses de iniciado el supuesto primer gobierno de izquierda en México, el descrédito del mandatario mexicano parece llegar a las nubes, al tiempo que la popularidad de López Obrador muestra una impensable “caída libre” que amenaza con estrellarse en el piso.

En pocas palabras, resulta que a sólo 15 meses de gobierno, asistimos a uno de los fenómenos más perniciosos para todo gobierno en democracia; la desconfianza de los ciudadanos en su gobierno y en los resultados frente a momentos críticos, como el que hoy vive México.

Y es que hoy abundan los ejemplos de que tanto el ciudadano común, como algunos aliados del régimen, ofrecen signos claros de que no creen lo que dice, explica y promete el presidente, al extremo de que la sociedad reacciona en sentido contrario a todo aquello que dice el presidente.

Y el mejor ejemplo lo vimos en la crisis resultante de la pandemia conocida como Covid-19, que fue minimizada por el presidente Obrador y que, en contrario, ocasionó verdaderos espectáculos de pánico, tanto en hospitales como en centro comerciales y, sobre todo, entre la sociedad de a pie, que no sabían que hacer ante los menajes oficiales contradictorios.  

Incluso resulta ridículo, por decir lo menos, que corifeos presidenciales, como Lorenzo Meyer y Federico Arreola –dos de los más sumisos lacayos presidenciales–, llegaron al extremo de llamar a no hacer caso al presidente.

El primero, por ejemplo, pidió no incurrir en la irresponsabilidad de minimizar los efectos del coronavirus, mientras que el segundo de plano llamó a no asistir a eventos como el “Vive Latino”, por el riesgo de convertir en una tragedia el contagio del Covid-19, a pesar de que el presidente había dicho que nadie se alarmara y que todos debían abrazarse.

Pero el problema es aún mayor si vemos que el propio presidente llama un día a no alarmarse y “a que todos se abracen”, y al día siguiente pide “abrazos mentales”, en clara contradicción, mientras que –a pesar de la crisis–, no aparece el titular de la cartera de Salud.

Y si fueran pocas las contradicciones, la irresponsabilidad y la ingobernabilidad, el presidente ordenó a todo su gabinete abstenerse de opinar e informar sobre la crisis sanitaria derivada del Coronavirus.

Todo ello frente una avalancha de reacciones contrarias a los mensajes presidenciales, como la cancelación de educación presencial en las principales universidades públicas; la cancelación de eventos masivos privados y, sobre todo, la autocontención ciudadana.

Es decir, que por iniciativa propia, miles o millones de ciudadanos decidieron no salir de sus casas y/o llevar a cabo las actividades públicas indispensables, sobre todo ante los ejemplos que circulan en redes de mexicanos avecindados en ciudades europeas devastadas por el Covid-19.   

Por eso, frente a esos niveles de irresponsabilidad de gobiernos como los de Obrador y de Claudia Sheinbaum, aparecen las preguntas obligadas.  

¿Por qué llegamos a esos gravísimos signos de desconfianza en el presidente Obrador y en el gobierno que encabeza?

¿Por qué razón pocos ciudadanos –si no es que ninguno–, le otorga el menor crédito a López, sobre todo cuando habla del Covid-19, de la fortaleza del sistema de salud y hasta de la solvencia de la economía del país?

¿Por qué razón, a pesar de dramáticos ejemplos de países devastados por el Coronavirus y de las evidencias de que todo gobierno responsable debe actuar rápido y de manera asertiva, todo el gobierno federal y gobiernos de Morena, se empeñan en no hacer lo correcto?

 Las razones están a la vista de todos.

1.- Porque el presidente mexicano no sólo es ignorante y analfabeta de las responsabilidades propias de su cargo –responsabilidades como la de ser garante de la salud de los ciudadanos–, sino que se niega a escuchar a los que saben de temas como el Covid-19.

2.- Porque el principal problema del gobierno federal es “la terquedad” del presidente, quien reacciona a partir de sus limitados reflejos y de sus inexistentes conocimientos de la más elemental responsabilidad de su cargo.

3.- Porque es tal el autoritarismo y el despotismo presidenciales que nadie en el gabinete se atreve a poner en su lugar a un presidente ignorante y analfabeta que sólo reacciona a partir de sus prejuicios bananeros y tropicales.

4.- Porque asistimos a la confirmación de los gravísimos riesgos que significan para la salud del Estado, de la democracia y para la salud de los ciudadanos, la destrucción de contrapesos fundamentales como el Congreso y el Poder Judicial.

 Y es que un Congreso opositor y una Corte independiente, ya habrían despedido al irresponsable presidente Obrador y habrían salvado miles o millones de vidas que hoy están en riesgo.

    Al tiempo.