Es curioso que en la historia de nuestro País, destacan dos personajes con apellidos similares y no solo eso, sino con cargos políticos iguales, discursos con énfasis de crecimiento económico pero carentes de credibilidad.
Nos referimos a José López Portillo y al actual presidente Andrés Manuel López Obrador, figuras políticas que sin duda pasarán a la posteridad por apostar el futuro de México en un hidrocarburo, mismo, que hoy vale menos que un viaje en el metro de la CDMX.
Isabel Turrent, detalla los pormenores de estos dos presidentes, en su reciente Artículo dentro del diario Reforma, el cual llamó “Los López y el petróleo”, señalando que el poder que deriva de este hidrocarburo puede ser un espejismo y sinónimo de un declive económico sustancial.
Asimismo, enfatizó que López Portillo, aprendió dos lecciones que le vienen como anillo al dedo al López Obrador: el poder petrolero es un espejismo. Los hidrocarburos pueden ser una fuente de riqueza o de pobreza para un país.
Cabe recordar que México, descubrió importantes yacimientos a partir de 1973 en Tabasco y Campeche, esto durante el inicio del régimen de López Portillo cuando se aprovechó la subida de los precios, causada por el “shock petrolero” de 1973 y la guerra de Irak contra Irán que inició en 1978, generando que el precio del petróleo llegará a 36 dólares por barril.
Ante ello se decidió utilizar el petróleo como motor del crecimiento, incrementando su producción diaria de 500,000 barriles en 1972 a 1.9 millones de barriles en 1980, lo que convirtió a nuestro país en un exportador importante.
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Cabe resaltar que después de ser ignorado por la banca internacional por décadas, México se convirtió en un imán de atracción para los bancos, incrementando la deuda externa a 84,000 millones de dólares.
