LOS HÉROES SON LOS DELINCUENTES

José Alberto Márquez Salazar

 

José Alberto Márquez Salazar

 

México es un país que desde hace cuatro décadas incrementó el número de personas no encontradas y desaparecidas. Pocos pueden negar que vivimos en tiempos violentos donde la propaganda, oficial y opositora, se lava las manos o trata de ocultar lo evidente: somos responsables de la violencia que crece.

 

Este país se nos está yendo de las manos por omisión, comisión o complicidad, o por las tres; los delincuentes se han convertido en los héroes, en los modelos a seguir de una parte de la sociedad, especialmente de los adolescentes.

 

Observar el campo de enfrentamiento en las colonias Morelos y/o Tepito, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, también es advertir que gran parte del “capital” humano que tienen bajo su mando los cárteles son personas jóvenes.

 

Mirar los rostros de quienes son detenidos o cayeron bajo las balas de sus enemigos nos remite a la desafortunada certeza de que los programas de prevención del delito que se han implementado desde hace más de cuarenta años no han dado resultados.

 

La desigualdad social es un fenómeno que no alcanzamos a contemplar con precisión. Miles de jóvenes observan diariamente como un sistema (social, económico, cultural y político) promueve visiones aspiracionales para tener, poseer y exhibir mercancía, accesorios o sitios a dónde pasar tiempo.

 

Me explico. Las del siglo XXI son generaciones que han dejado atrás los objetivos para “cambiar al mundo”; ahora se busca cambiar en lo individual dejando atrás a lo colectivo y la aspiración es tener, no importa el costo.

 

Muchos de las y los jóvenes que están integrados a la delincuencia organizada se exhiben en las redes sociales (sin ningún temor o remordimiento) con ropa, armamento, accesorios, gadgets y en lugares (y reuniones) donde se consumen alcohol y drogas.

 

Otro grupo de jóvenes son obligados por las circunstancias sociales, familiares y personales: sobrevivir en un entorno hostil; conseguir el alimento básico; impedir que sean vulnerados por los delincuentes.

 

Parece que, en efecto, dentro de la población joven, especialmente en estratos medios y bajos, aspirar a tener benefactores económicos de manera “fácil” es una constante que no se revierte solamente con transferencias directas.

 

¿Cómo se puede revertir la “cultura de la delincuencia organizada” si en los medios de comunicación (tradicionales y virtuales) y redes sociales, su promoción está presente todos los días?

 

Los héroes de hoy son los delincuentes. Y parece que no lo entendemos.

La empresa de streaming “Netflix”, tiene en su catálogo a las 10 principales series de “narcos” y en el primer informe What We Watched (2023), La Reina del Sur se ubicó en el séptimo sitio a nivel global. Tuvo 402.5 millones de visitas.

 

¿Podemos revertir la visión de México que pintó el escritor Arturo Pérez Reverte, autor de la novela que dio pie a la serie?

 

Mientras en México se pelea por suspender las corridas de toros de lidia, millones de personas consumen diariamente contenidos donde los protagonistas principales son los delincuentes. ¿Están haciendo algo los medios de comunicación para revertir o promover el rechazo a la cultura que idolatra y hace héroes a los delincuentes?

 

La desigualdad imperante en México empuja a miles de las y los jóvenes de este país a buscar en la delincuencia organizada una codificación de una vida diferente a la que tuvieron al nacer. No, la desigualdad no es pretexto para ser delincuente, pero es una realidad que han utilizado muchas personas jóvenes.

 

Alrededor de 1990, Carlos Payán y Epigmenio Ibarra crearon la empresa Argos que le dio una dinámica a las telenovelas mexicanas y le quitó el monopolio a Televisa. Utilizó cinta de película para darle mayor realismo a las grabaciones e incluyó narrativas “reales”, de lo que las personas comunes vivían.

 

Epigmenio Ibarra fue, también, fundador del culto a los narcotraficantes, aunque su propósito, pudiera ser, era evidenciar las fallas del sistema político y judicial mexicano.

 

Argos Comunicación creó y difundió series “exitosas”: El Señor de los Cielos, Señora Acero, Ingobernable, El Chema, Camelia la Texana, La Patrona. Esas series han sido visualizadas por miles de niñas, niños y adolescentes, sin que sus familias lo hayan impedido. ¿Epigmenio Ibarra aceptará su responsabilidad?

 

¿La prevención del delito puede revertir la situación? No, en el futuro inmediato. Los medios de comunicación, el streaming y las redes sociales son más poderosos.

 

El Estado (incluyendo la sociedad política y la civil) puede revertirlo bajo un entendimiento de lo que ha generado la libertad de expresión mal encaminada o entendida.

 

No, no se trata de CENSURAR, como podría pensarse; se trata de que cada integrante de este país ponga lo que le corresponde. Un paso es no glorificar ni hacer héroes a los delincuentes.

 

Lo dijo acertadamente mi amigo Antonio Sánchez, debemos tratar de evitar que las niñas, niños y adolescentes miren esas series de delincuentes porque los medios de comunicación (y ahora el streaming y las redes sociales) también son educadores. No seamos cómplices.