LOS GRITOS DEL CUERPO. CUANDO LAS EMOCIONES NO PUEDEN PONERSE EN PALABRAS

Alicia, mujer viuda desde hace mucho tiempo con dos hijos, se preparaba para vivir un día de intensas emociones; su hijo menor se casaba y ella se enfrentaría a vivir sola. Desde que enviudó hacía cerca de 10 años, había presentado diferentes afecciones físicas que le habían heredado una hipertensión que se salía de control cuando se sometía a situaciones estresantes.

La boda de su hijo no fue la excepción y desde que le había informado su deseo de casarse, Alicia había desarrollado una gastritis de difícil tratamiento que amenazaba con evolucionar en una úlcera, razón por la cual su médico la derivó a una terapia psicológica. Alicia presentaba un trastorno psicosomático.

El trastorno psicosomático resulta de gran complejidad. Por lo general se conceptualiza como la imposibilidad del sujeto de poder procesar las experiencias que provocan emociones intensas y entonces son depositadas en el cuerpo.

La somatización toma relevancia debido a que todos los seres humanos en diferentes momentos de la vida llegamos a padecer enfermedades físicas cuyo origen es un conflicto emocional; todos somatizamos en determinadas circunstancias. 

Franz Alexander —pionero de la medicina psicosomática—, identificó siete enfermedades producto de la somatización —psicosomáticas—-: la úlcera péptica, el asma bronquial, la hipertensión, la tirotoxicosis —exceso en la producción de hormonas tiroideas—, colitis, artritis reumatoide y la neurodermatitis. 

En la actualidad, lo psicosomático integra un campo heterogéneo de enfermedades. Para nadie es desconocido que cuando se somete a mucho estrés es frecuente presentar resfriado o dolores de cabeza intensos. 

Igualmente, diferentes estudios sugieren un incremento en la posibilidad de la aparición de enfermedad psicosomática en el periodo posterior al duelo, tales como: colitis ulcerosa, tuberculosis, diabetes mellitus, enfermedades cardiacas,  y en algunos casos conocer. 

Las pérdidas por muerte o por separaciones de personas significativas para el sujeto como puede ser la pareja, un hijo o alguno de los padres con quien se tenía una relación muy cercana, pueden ser desencadenantes de enfermedades psicosomáticas.

Actualmente se ubica el origen de la propensión a desarrollar enfermedades psicosomáticas en una falla temprana en el vínculo madre-bebé. En donde la función materna no se da de manera lo suficientemente buena en donde la madre contenga y le regrese procesadas las emociones a su bebé.

Por ejemplo, cuando el bebé llora a gritos porque muere de hambre y requiere el pecho a la voz de ya, la madre reaccione de manera tranquila diciendo  que no pasa nada que ya va a comer.

En sus inicios se establecía que en el trastorno somático no se encontraban alteraciones orgánicas y todo era psicológicos a pesar de que la persona refería síntomas físicos.

En la actualidad las enfermedades psicosomáticas sí presentan alteraciones físicas que son de difícil tratamiento y en muchos casos de dificultoso alivio. Es por esto que éstos pacientes haces uso excesivo de los servicios de salud y por lo general, rechazan cualquier sugerencia de que sus síntomas tengan relación con factores psicológicos.

El éxito en el tratamiento de las enfermedades psicosomáticas requiere por su complejidad de un abordaje transdisciplinario entre los diferentes especialistas —médicos y psicólogo—- que participen en la atención del sujeto para lograr que el cuerpo deje de gritar y sean las palabras las que se expresen.