Lo que el GIEI quiso saber del Caso Iguala… pero no se atrevió a decir

Este domingo, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentó sus conclusiones.

Luego de casi un año de investigaciones, de peritajes y de trabajo científico, el GIEI terminó donde empezó: en el incierto absoluto.

Fieles a su costumbre, los dizque expertos enviados por la CIDH se quedaron en el rumor, en la especulación y en la mentira.

Los peritos del GIEI insistieron en versiones envenenadas como que los normalistas no fueron incinerados en Cocula –pese a que los peritajes de la Universidad de Innsbruck demuestran lo contrario–; como que los militares de Iguala no declararon –pese a que nosotros publicamos que más de 40 efectivos rindieron declaración ante las autoridades correspondientes–; y como que se debe investigar la versión del “quinto autobús”, pese a que las líneas de camiones han negado que exista una corrida entre Iguala y Estados Unidos, como defienden los peritos extranjeros.

Lo cierto, sin embargo, es que los sinsentidos, las sinrazones y los desvaríos del GIEI permiten llegar a cinco valiosas conclusiones:

Uno. Que “la pelota” está en la cancha del Ministerio Público. Es decir, que todo lo que se dijo, lo que se argumentó, lo que se cuestionó y lo que se especuló tendrá que ser investigado por las instancias correspondientes.

Dos. Que detrás de la masacre de Iguala está el crimen organizado. Cierto, en los hechos violentos participaron agentes de la policía municipal; no obstante, los operadores y los responsables del hecho son delincuentes.

Tres. Que los investigadores del GIEI mantenían una agenda. Para Jorge Lara –ex subprocurador de la PGR–, no es incorrecto que un grupo de investigadores defienda una agenda. No obstante, Lara comentó a La Otra Opinión que el informe debe revisarse en las instancias correspondientes, a pesar de las agendas involucradas.

Cuatro. Que todo lo que publicaron los peritos del GIEI, la PGR, los peritos argentinos y la instancia que se quiera deberá superar la prueba de los tribunales. Sin el aval de los jueces, las versiones son sólo eso: versiones.

Y cinco. Nada bueno resulta de los juicios mediáticos. Ni la PGR, ni el GIEI aciertan al tratar de ganar el favor de los ciudadanos en peleas televisivas. En realidad, el único factor que puede inclinar la balanza en favor –o en contra de alguna de las partes– es el rigor científico y la solidez de sus argumentos.

Nada más.