La tortura fue parte del sistema político en México

Todo el mundo sabe, y opina, sobre el caso de tortura que fue expuesto en un video a finales de la semana pasada.

Todo el mundo sabe, y opina, sobre los dos militares y de los policías federales, que aparecen en pleno acto de intimidación, amenaza, y violencia física en contra de una mujer.

Y todo el mundo sabe, y opina, a propósito del revuelo que ocasionó esta grabación.

Sin embargo, pocos hablan de las respuestas oficiales a este hecho.

Pocos dicen que el General Secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, nos regaló un inédito al ofrecer disculpas por el acto de tortura que apareció en la grabación.

Pocos dicen que el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Salles, también ofreció disculpas por los actos que indignaron a tantos.

Pocos dicen que el titular de la Policía Federal, Enrique Galindo, anunció el cese de los elementos relacionados con el caso.

Y pocos dicen que, desde 2011, la PGR ha investigado más de 500 casos de tortura relacionados con militares y policías mexicanos.

Es decir, que la autoridad ha demostrado ser sensible, ha comprobado que está atenta a los señalamientos en su contra y dejó ver que está dispuesta a responder a las acusaciones, a los señalamientos y a quienes infringen la norma.

Por cierto, algo de lo que tampoco hablan muchos es de que es prácticamente imposible erradicar los actos de tortura de un día a otro. ¿Por qué?

Porque como explicó Gabriel Regino –experto en temas de seguridad– a La Otra Opinión, durante años la tortura fue un mecanismo recurrente para resolver las investigaciones criminales.

Es decir, que existen sentencias de la Suprema Corte que avalan los expedientes que se armaron con declaraciones extraídas con tortura. Y aunque la práctica está penada por ley –y las víctimas tienen el derecho a denunciar a sus verdugos–, lo cierto es que las investigaciones no perdían validez cuando existían indicios de tortura.

Por eso, hoy que las reglas han cambiado y existe un esfuerzo para erradicar la tortura, es importante recordar que, históricamente, la tortura era un instrumento ilegal pero recurrente. Por ello, sin justificar, solapar o aceptar cualquier caso de censura; también consideramos relevante entender en qué punto nos encontramos y cómo llegamos aquí.