La otra faceta de Gustavo Díaz Ordaz

Este lunes, a un día del 50 aniversario de la matanza del 2 de octubre de 1968, el gobierno de la Ciudad de México retiró de las plazas públicas las placas con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz, como si de de esa forma se fuera a mitigar el agravio.

En efecto, Díaz Ordaz es responsable de la masacre de Tlatelolco y cometió un crimen de Estado. Por ello es y siempre será símbolo del régimen autoritario y represor del PRI.

Sin embargo, sería maniqueo satanizar su figura y dejar de reconocer que su gobierno también tuvo aciertos, sobre todo en el plano económico.

El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz forma parte del periodo del llamado “Milagro Mexicano”. Dando continuidad al modelo del “Desarrollo Estabilizador” —aplicado en los gobiernos de Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos—, logró un crecimiento económico de hasta 8 por ciento respecto al PIB.

Además, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz la inflación se mantuvo controlada por debajo del 3 por ciento y el tipo de cambio era de 12.50 pesos por dólar.

Entre otras cosas, Díaz Ordaz promulgó la Ley del Trabajo en 1970, con la que se establecieron regulaciones a las prestaciones, salarios e indemnizaciones. También repartió más de 24 millones de hectáreas como parte de su política agraria, y creó el Instituto Mexicano del Petróleo, invirtiendo en refinerías.

Asimismo, en su gobierno se reformó la ley para otorgar la ciudadanía a los jóvenes desde los 18 años de edad —antes era hasta los 21—. Y por supuesto, inició la construcción del Metro de la Ciudad de México, inaugurado en 1969 con un costo de 2 mil 350 millones de pesos.

Ayer, el gobierno de la Ciudad de México intentó borrar del Metro y de las plazas públicas todo vestigio de Díaz Ordaz.

¿Acaso con el retiro de una placa se borra el agravio a los jóvenes del Movimiento Estudiantil del 68 o a los doctores de la Asociación Mexicana de Médicos Residentes, que también fueron reprimidos por Díaz Ordaz?

No se trata de defender a quien, en efecto, cometió un crimen de Estado. Pero tampoco se trata de satanizar a un personaje, y mucho menos de hacer de cuenta como si nada hubiera pasado.

Por el contrario: se trata de tener memoria y de aprender tanto de los aciertos como de los errores.