¡La mentira es la Verdad!

“1984”, la célebre novela de George Orwell retrata de manera impecable lo que es un régimen totalitario. El escritor inglés pretendía con este texto, realizar una severa crítica al sistema Stalinista. Orwell, como se sabe, simpatizaba con el socialismo, estaba adscrito como militante en el partido laborista, y participó en las brigadas internacionales que apoyaban a la república. Pero sus convicciones partidarias no le impidieron hacer una de las más contundentes criticas al totalitarismo estalinista.

Desde la publicación de “1984”, esta obra se ha convertido en referencia para evidenciar a los sistemas políticos ideologizados y totalitarios, y por ello mismo, es que, haciendo uso de ese famoso texto, es que se puede alertar a nuestro País acerca del horror totalitario que puede significar el próximo gobierno.

Habrá desde luego, personas que dirán que con López Obrador no existe tal peligro, y que en realidad sus promesas están orientadas a garantizar el “bien del pueblo”. Pero son conceptos como este, que utilizan AMLO y sus seguidores, los que deben preocuparnos, pues son, precisamente, a los que recurren gobernantes totalitarios como “El Big Brother” de 1984.

Veamos algunos términos utilizados por el “Big Brother” y los que utiliza Andrés Manuel López Obrador y algunos de sus fieles.

Los lemas del partido del “gran hermano” según la novela de Orwell eran:  “Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza”

“Guerra es Paz”. Si existe una antítesis, en la filosofía, en la política y en el lenguaje, sería precisamente esta. En sentido histórico, la paz es lo contrario a la guerra, y, sin embargo, para el Gran Hermano eran y significaban lo mismo. Mientras hubiera guerra –la que siempre estaba presente– el sistema político se mantendría y habría “paz” para el régimen.  

Por ello es que las guerras son, frecuentemente, instrumento de los gobernantes totalitarios para mantenerse en el poder. Para Hitler, Stalin, para los gobiernos estadounidenses, para las dictaduras militares, iniciar, mantener, preservar guerras les resulta vital. Sea en contra de enemigos externos o internos –que en muchas ocasiones son ficticios– no solo genera, aparte de crecimiento en la economía, terrible miedo, y por ello mismo es que se convierte en estrategia política para mantener el poder político, para hegemonizarlo, y para adquirir –ante los sectores más atrasados e ignorantes de la población– alguna “legitimidad”.

Los enemigos para Hitler lo eran los judíos y el comunismo soviético; para Stalin el imperialismo y la burguesía; para Reagan “el mal” (así de genérico, porque él decidía que era o quien representaba el bien); para Trump los migrantes, la prensa, los intelectuales y los artistas. Construyendo sus enemigos, acto seguido, se dedican a convencer a las masas, a través de la propaganda, de que también son sus enemigos y que por lo tanto hay que exterminarlos.

Esto sucede con AMLO. Este próximo presidente de México refleja, de manera nítida, este comportamiento autoritario, pues con gran eficacia sabe muy bien como escoger a un enemigo, como convertirlo en enemigo del pueblo y en traidor a la patria.  Para completar la tarea, los sistemas totalitarios tienen que fanatizar a una parte de la población para que esta asuma, como tarea casi divina, perseguir a los enemigos hasta eliminarlos.

Así es como AMLO se encuentra siempre en guerra; eternamente persiguiendo herejes a los cuales, ipso facto, convierte a los ojos de los fanáticos en traidores a la patria. AMLO siempre cazado disidentes a su causa”; siempre levantando cadalsos en donde guillotinar a los que se oponen a la felicidad del pueblo. La semejanza con Robespierre, con Stalin, con Hitler, con Trump, con Perón, con Chávez no es gratuita. Es el comportamiento que utilizan como patrón los populistas autoritarios, los mismos que tan dramáticamente retrata George Orwell.

Las consignas del partido del “Big Brother”, son tan antitéticas como lo son las de López Obrador.  

El presidente dice que se opone a la guerra, pero militarizará al País; dice que es demócrata, pero él decide, en la soledad de su despacho, reformar la constitución para adecuarla a sus deseos; que es liberal, pero se encarga de imponer una constitución moral; dice que no miente, pero de manera permanente engaña a la gente; dice que aprecia la libertad, pero mantiene aprisionada a la mayoría de la gente  con sus programas asistenciales y sus predicas religiosas; dice que combate a la oligarquía explotadora, pero la convierte en su principal grupo asesor en materia económica.

¡La mentira es la verdad!

¡La justicia es la impunidad!

¡La guerra es la paz!

Estos son los principios del partido de López Obrador.

 

Jesús Ortega Martínez