La candidata y científica, Sheinbaum

José Alberto Márquez Salazar

Lo mayoría de los manuales de campañas políticas afirman que se debe analizar la fuerza de la o el candidato y el partido o movimiento. Hay casos donde pueden convivir los dos: un candidato carismático y un partido fuerte.

Las campañas políticas que se vivieron durante más de ochenta décadas tenían diversas características que la gran investigadora Larissa Adler Lomnitz desmenuzó. Tres de ellas fueron: la campaña preparaba a los actores para el cambio del poder, creaba elementos simbólicos (como hoy, el bastón de mando) y llevaba al candidato (en ese entonces la mayoría hombres) a recorrer el país para convertirlo en “un dios”, un “tlatoani”, un “todopoderoso”

La transición democrática y la competencia política y electoral, obligaron a que estrategias electorales se especializaran. De ahí surgió la obligación de “construir” la imagen de la candidata o candidato -sobre todo para los medios de comunicación y las redes sociales. El personaje fue sometido desde el cambio de vestuario, de costumbres, hasta la construcción de una narrativa personal y del porqué su interés para gobernar.

La mayoría de las campañas presidenciales, dado el gran electorado que se tiene, se trabaja “por aire” (medios masivos de comunicación) porque, se supone, así se llega a más electores con menos costo y desgaste.

Una desventaja para el electorado, y para la gobernabilidad, es que se construyen a candidatas o candidatos donde la vida “real” no empata con la imagen promovida. (La post verdad nos ha enseñado mucho, en especial cuando hemos votado por la presidencia de la República).

Para la elección del 2024, se difunde la idea de que, si eres un influencer norteño y buena onda, una vendedora de gelatinas y empresaria o una científica y líder estudiantil, puedes aspirar a la presidencia de la República y ser la solución a los problemas que tenemos.

Este 10 de octubre, el periódico El Financiero publicó una nota/reportaje donde señala:

“Ahora Sheinbaum, de 61 años, es una de las principales aspirantes a convertirse en la próxima Presidenta de México, y la sucesora ideológica del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Algunos la ven como la Angela Merkel latinoamericana: una política con la mente rigurosa de una científica. Al igual que Merkel, Sheinbaum tiene un doctorado (el de Merkel es en química cuántica; el suyo, en ingeniería energética) y comenzó su carrera en el mundo académico. No solo ha publicado numerosos artículos científicos, sino que ha contribuido a dos informes históricos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), el principal órgano mundial de la ciencia climática.”

¿A cuántas personas en México les interesa tener una presidente científica … o empresaria? Es evidente que la propaganda a favor de Claudia Sheinbaum va dirigida a una comunidad, tanto internacional como nacional: empresarios, inversores y a la propia comunidad que, se supone, verían con buenos ojos a una colega gobernando.

De acuerdo con información de Raúl Rojas: “Según los datos de la OCDE, por cada mil personas empleadas en México, 1.24 personas son investigadores”. (El Universal, 30/01/23). Un punto más: este mismo 10 de octubre, de acuerdo con la nota de El Economista: “… el Frente Nacional de Estudiantes de Posgrado acudió a la Cámara de Diputados para pedir el apoyo a legisladores y les sean devueltas sus becas previamente concursadas y ganadas, luego de que las autoridades del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) ha negado una respuesta formal en los términos del Artículo 8 constitucional …” ¿Hemos escuchado que la candidata científica se pronuncie al respecto?

Gabriel Zaid escribió en “Los universitarios al poder” (1976): Las grandes esperanzas en el junior con ideas modernas, con preparación, con su bello título universitario, para salir de pobres, o para hacer prosperar y modernizar, o al menos adornar, la situación alcanzada, parecen muy antiguas”. ¿Por qué el Movimiento de Regeneración Nacional nos quieren vender a una candidata científica? ¿Por qué verla “como la Angela Merkel latinoamericana…” ¿No hay personaje?

No me detendré a hacer un comparativo de la forma de ascensión al poder de Ángela Merkel, pero basta decir que en un sistema parlamentario es diferente a la sucesión/herencia paternalista del presidencialismo mexicano.

Tanto a Xóchitl Gálvez como a Claudia Sheinbaum, las candidatas con mayor probabilidad de ganar, las quieren presentar por características de su vida personal que no tiene que ver con el ejercicio de gobierno: ser científica no te hace buena gobernante; ser una “empresaria” exitosa no te hace más capaz para el gobierno.

La nota El Financiero describe una serie de logros de Claudia Sheinbaum como científica. Muy interesantes, por cierto, pero que me dejan dudas: ¿una científica que toma el bastón de mando no pone en entredicho la capacidad crítica, base de la ciencia?

“El verdadero cliente de los universitarios empleados no es el público, es el poder”, concluyó Gabriel Zaid en su análisis. El poder que tiene la científica Claudia Sheinbaum es el electorado que el presidente de la República le hereda. ¿Para qué promover la idea de ser una Angela Merkel latinoamericana? El poder de cada una deriva de dos sistemas políticos diferentes.

El “carisma” de Claudia Sheinbaum nunca será el que tiene Andrés Manuel López Obrador, pero tiene una marca y el apoyo de éste. ¿Será suficiente o necesita a la ciencia?