A finales de los años 80’s y principios de los 90’s, el mundo se achicó. Las denominadas TIC’s (tecnologías de información y comunicaciones) marcaron el proceso de globalización, de acercamientos inusitados, de rupturas de fronteras diversas, no solo las físicas o políticas.
Hubo otros dos eventos que impactaron al mundo, la caída del Muro de Berlín y la implosion de la entonces URSS.
Corrió la idea de un sentido libertario que, favorecido por la Internet y la adopción masiva de redes sociales, impactó las bases democráticas con su posible expansión, el denominado mundo libre, con su carga capitalista, tuvo la fuerza de propiciar el crecimiento y la circulación abierta de ideas, mercancías, personas que buscaban saberes, oportunidades y mejores formas de vida; la necesaria educación para adaptarse a estos tiempos globalizadores, al fin de la guerra fría y a las nuevas TIC’s y formas de organización política y convivencia social, no avanzaron a la misma velocidad, si bien la educación y los procesos productivos e intercambios debían crecer, ello no ocurrió tan masivamente,hubo una especie de selección natural, por usos revolucionarios en su capacidad de aprovechar los recursos disponibles, adaptación de sus gobiernos, alianzas internacionales, desarrollo de grupos financieros y comerciales, fórmulas de explotación de mano de obra, y saber aprovechar un mercado abierto con marketing y nuevos productos como los teléfonos celulares que en un tiempo corto fueron la demanda más amplia de todas las sociedades, sin importar el ingreso de las personas, ni las tradicionales éticas que fueron superadas por una corrupción rampante.
Este espíritu libertario terminó engullendo a los individuos y generando brechas sociales, favoreciendo a grupos de jóvenes con escasas formaciones de futuro, para vivir en lo inmediato, a lo que se sumó el impacto de producción y consumo de drogas sintéticas, químicas, creadas en laboratorios y destructoras de presentes y futuros posibles, más baratas, más fáciles de trasladar y todo en gran abundancia.
No hubo previsiones factibles en las economías desarrolladas, ni mucho menos en las economías tercermundistas o subdesarrolladas, la ola de drogas las impactó, pocas economías nacionales subsistieron con libertad, el desarrollo y la seguridad emergieron como necesidad, lo que fue rematado con el ataque abierto a las torres gemelas un 11 de septiembre de 2001. Cambió la seguridad nacional por una seguridad global que tuvo en el campo tecnológico su mayor crecimiento, lo ciber llegó para quedarse, más aún con la inteligencia artificial de moda.
Los diez años previos, de un amplio desarrollo tecnológico, de una gama de problemas medioambientales, no lograron ampliar la comunicación y los acuerdos de una comunicación favorable a un desarrollo sostenible, las sociedades empezaron a cerrrarse, los gobiernos devinieron autoritarios y populistas, las TIC’s contribuyeron a la manipulación de la información, a crear noticias falsas y tergiversar las verdades en todos los campos, la post verdad acudió para normalizar las aberraciones de las guerras, las drogas, las armas, los abusos de gobiernos, la ausencia de modelos de convivencia democráticos y libertarios. Los medios de comunicación y redes sociales empezaron a difundir notas de excesos y abusos contra las personas, grupos sociales y migrantes, los conflictos volvieron a la guerra fría de antaño, el surgimiento de un competidor global como China, disminuyó la visión romántica de la democracia, el capitalismo socializado y, de un mejor futuro, al final, la epidemia de COVID 19, volvió a colocar las debilidades amplias de gobiernos, sociedades e individuos.
La aldea global se recogió, se volvió a achicar, mirando hacia dentro, pulularon los gobiernos populistas, con exitosas manipulaciones de sus miradas del mundo, logrando una gran concentración de poder, de intereses grupales y sectarios y de controles de la democracia, utilizando y abusando las mismas fórmulas democráticas y al derecho mismo, para vestir y engañar con decisiones populistas y autoritarias.
Así ocurrió en las potencias del mundo, en los países satélites, apabullando a los nuevos controladores de las tecnologías, las finanzas, las medicinas; la ola nacionalista de cerrazón, embriaga a los gobiernos y sociedades populistas, usando sus mismas libertades, aunque sea en los discursos que, al fin y al cabo, llevan a manipular la realidad, a normalizar crisis e inseguridades, aunque ello impida salir del gran bache del subdesarrollo, la inseguridad, la enfermedad y anidar las esperanzas fallidas.
Así la aldea global de hoy, que está pendiente de algún nuevo avance en tecnología, del impacto de una guerra más amplia que las regionales en curso, y que podría llevar a una catástrofe mundial.
Por ello, la aldea global debe mirar a la construcción de fórmulas, mecanismos y desarrollos que mejoren la vida en términos globales y si, debe empezar en lo local, avanzar en lo nacional y complementar lo global, mirando al mundo como la aldea global común.
Descubrir los nuevos alcances de lo que hay que conservar y del cambio, del poder y la vida cotidiana, hay que repensar el mundo y las naciones.