La adolescencia es una etapa del desarrollo en el ser humano que está lejos de poder ser considerada como una etapa caracterizada por el equilibrio, sino como un periodo de inestabilidad, transformación y confusión que alcanza no solo a los adolescentes sino también a los padres.
Es considerada una etapa de inestabilidad debido a que con el crecimiento del cuerpo aparecen los caracteres sexuales secundarios; el crecimiento del bello púbico, el engrosamiento de la voz en el varón y el ensanchamiento de las caderas y crecimiento de los pechos en la mujer.
Igualmente, con el desarrollo de la genitalidad, la primera menstruación y la aparición del semen, le confirman al niño que su cuerpo está creciendo sólo que su mente sigue siendo la de un niño, lo que lo coloca en una etapa de perdidas —de la identidad de niño, de su cuerpo y de unos padres de la infancia—-, y que lo obligan a realizar la búsqueda de una nueva identidad.
Todos éstos cambios, enfrentan a los padres a la dificultad de poder aceptar el crecimiento y la genitalidad del hijo adolescente, así como los cambios en la conducta, en su estado de ánimo, en sus creencias, en su vestimenta, además del rechazo que empiezan a sentir por parte del hijo.
Cuando los hijos son pequeños, generalmente ven a los padres fuertes, poderosos, que les proporcionan seguridad y con cierta magia. Esta perspectiva cambia cuando los hijos llegan a la adolescencia en que los padres se vuelven obsoletos.
El psicoanalista francés Phillipe Gutton introduce el término de “obsolescencia” para explicar el abandono de las figuras parentelas y la búsqueda de la comunidad adolescente.
Ahora el menor explorará la compañía de otros adultos a quienes admirar y con quienes identificarse y sobretodo, se inclinarán por la compañía de sus pares, otros adolescentes con quienes compartirán los miedos que el crecimiento les representa, las fantasías sobre la sexualidad, el amor, entre otros.
En dicha comunidad el chico tendrá la posibilidad de presentar las cargas emocionales afectivas y eróticas fuera de la familia. Además de construir idealizaciones diferentes, identificaciones diversas, desarrollar la megalomanía característica de la edad. Así como la rebeldía y la arrogancia que a los padres les cuesta tanto trabajo manejar.
Por su parte, los padres tendrán que tolerar este sentimiento de obsolescencia y evolucionar en su función de padres que les permita pasar de ser los padres de un niño a ser los padres de un adolescente que aunque rechace a sus progenitores, tenga la certeza de que ellos estarán ahí para brindarle seguridad, marcar los límites, poder contenerlos y sobre todo, amarlos y aceptarlos.