INÚTIL, EL EMBARRADERO DE LOZOYA

Resultaba muy tentador para AMLO poder llevar a juicio a EPN o por lo menos a Videgaray en pleno año electoral, pero Lozoya le quedó mal

En la entrega del 5 de agosto del 2020, decíamos que gracias a un pacto con la Fiscalía General de la República, el ex director general de Pemex, Emilio Loyoza Austin, se podría dedicar a embarrar a cuanto personaje se le ocurriera desde la comodidad de su casa.

En esa entrega supusimos que Loyoza no aportaría pruebas suficientes para fundamentar sus señalamientos y que solo se dedicaría a ampliar su catálogo de peces gordos embarrados. Y que eso solo le alcanzaría a la “4-T” para estigmatizar a los señalados, congelar algunas cuentas y hacer un gran ruido mediático.

Casi un año después, el tiempo nos dio la razón. A Lozoya y a la FGR ya se les cayó la farsa que le ha permitido al primero llevar su proceso penal en libertad.

Lozoya aceptó ser extraditado previo al pacto con el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, que consistió en que el ex director de Pemex llevaría su proceso en libertad a cambio de que involucrara en sus delitos al ex presidente Enrique Peña Nieto y a otros personajes.

Y así ocurrió. El 28 de julio del 2020, Lozoya fue vinculado a proceso penal por lavado de dinero, pero como la FGR no solicitó la prisión preventiva justificada, el juez de la causa decretó que podía llevar su proceso en libertad.

Entonces, desde la comodidad de su casa, Lozoya hizo un embarradero impresionante, que incluyó a tres ex presidentes: Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Carlos Salinas de Gortari.

Embarró también al ex candidato presidencial Ricardo Anaya, al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, a  Luis Videgaray, y a los ex senadores  del PAN José Luis Lavalle, Ernesto Cordero, Javier Lozano, Salvador Vega Casillas, Mariana Gómez del Campo, Luisa María Calderón y Roberto Gil Zuarth.

En total, Emilio Lozoya señaló a cerca de 60 personas, a algunos como presuntos responsables y a otros como testigos, entre los cuales apuntó a Norberto Gallardo, quien era miembro del Estado Mayor Presidencial.

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De todos los señalados como presuntos responsables de participar en una red delictiva que supuestamente tuvo participación en los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, solo hay un detenido: el ex senador del PAN José Luis Lavalle.

Los testigos estrella de Lozoya, su ex secretario particular Rodrigo Arteaga Santoyo, y el ex jefe del Departamento Administrativo de Pemex, Francisco Olascoaga Rodríguez, que supuestamente tenían recibos y comprobantes del dinero entregado para sobornar a legisladores, se echaron para atrás.

Resultaba muy tentador para el presidente Andrés Manuel López Obrador poder llevar a juicio a Peña Nieto o por lo menos a Videgaray en pleno año electoral. Pero Lozoya le quedó mal, pues durante casi 12 meses no ha podido comprobar ninguno de sus dichos.

Hace unos días Lozoya pidió a la FGR una nueva prórroga de 30 días para aportar nuevos elementos que sustentes sus acusaciones. Ya es la tercera prórroga que se le concede. Tantas prórrogas no son más que patadas de ahogado.

OFF THE RECORD

**OPOSICIÓN PARALIZADA

Mientras los suspirantes de Morena a la candidatura presidencial del 2024 están desatados, la oposición se mantiene paralizada, sin saber cómo reaccionar.

Con sus corcholatazos, el presidente López Obrador volvió a tomar la iniciativa y a marcar  agenda.

Si PAN y PRI no se apuran, Morena les va a comer el mandado.

**PRESA POLÍTICA

La “4-T” no quiere que la ex titular de Sedesol y de Sedatu, Rosario Robles, siga su proceso penal en libertad, a pesar de que solo está acusada de uso indebido del servicio público, un delito no grave.

¿Por qué a Rosario la tienen encarcelada y no a Lozoya?

Porque en el caso de la primera están involucrados factores como la revancha política y la animadversión personal.

Es decir, Robles es la gran presa política de López Obrador.

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