Hasta ahora, sólo Meade

Para el gran cambio que se necesita emprender a partir del 1 de diciembre, hasta ahora sólo Meade ha mostrado cualidades para poderlo conducir sin que el país se le deshaga entre las manos.

Si hubiera un voto útil para México, éste tendría que ser por Meade. Es el mejor de los tres fuertes.

Hay toda una campaña en los medios de comunicación lopezobardoristas y en los anayistas –es decir prácticamente en todos– para que Meade decline en favor de Anaya y evitar así la llegada de López Obrador. Una locura y una perversidad.

Quienes eso impulsan no entienden nada de nada, o lo hacen de muy mala fe.

De lo que se trata es de que Meade y Anaya, el PAN y el gobierno, se dejen de golpear porque el adversario del proyecto democrático y liberal es López Obrador, sin duda.

Eso es lo que está en riesgo y es preciso vencer en las urnas.

Necesitan bajar su belicosidad, o anularla, para facilitar a la ciudadanía la emisión de un voto útil sin enconos ni intrigas.

Pero de ahí a pedir que Meade o Anaya declinen, es una ingenuidad o una maniobra de los seguidores de AMLO que sería el gran capitalizador de una retirada del PRI de la contienda presidencial. Impensable.

Se puede decir que Meade tiene encima la pesada lápida de los dos Duarte, Borge, Sandoval y varios otros personajes surgidos de ese partido y que hoy están procesados, presos o en capilla.

Con ellos, se afirma y con razón, no puede haber cambio alguno. ¿Pero quién dice que Meade haría el cambio con ellos?

Lo que importa es la persona, y Meade es más completo que Anaya y desde luego una salvación frente a los disparates económicos, jurídicos y políticos de López Obrador, que derivarían en caos económico, agitación social y autoritarismo desde la presidencia.

Y si a esas nos vamos, a Ricardo Anaya le acompañan varios exponentes del fracaso hasta para cambiar una lámpara.

Sus dos brazos son Jorge Castañeda y Santiago Creel, canciller y secretario de Gobernación del gobierno de la alternancia. ¿Cambiaron algo en el sexenio de la alternancia? Nada.

Es que el presidente era Fox y el equipo completo no daba para mucho, se puede alegar y es cierto.

¿Por qué no se aplica esa lógica al caso de Meade?

Anaya es un gran polemista y un gladiador implacable, que no ha demostrado las mismas aptitudes para diseñar un programa de gobierno creíble, y sí, en cambio, ha lanzado iniciativas absurdas o temerarias que hacen dudar de su visión de Estado y de su capacidad para sumar a los que tiene que sumar.

¿Cómo que meter a la cárcel al presidente, si es ilegal y, hasta ahora, no hay materia para acusarlo de lo único legalmente punible: traición a la patria?

¿Cómo que una comisión internacional de la verdad para saber todo lo que pasó en este sexenio, lo que sin duda lleva implícita una amenaza contra las Fuerzas Armadas, que se la han jugado ante incompetencia de las autoridades civiles hasta para ponerse de acuerdo en el Mando Único?

Esa argumentación es oro molido para López Obrador, porque piensa lo mismo, sin necesidad de decirlo ni asustar con ello, y es el que tiene la credibilidad antisistema.

Y lo peor de todo va en ese enredo sin forma que es el gobierno de coalición con el PRD.

¿Qué pasa si a medio gobierno se quiebra la coalición?

Muy sencillo, cae el gobierno, como dijo Patricia Mercado al semanario Político.mx.

Anaya se ha expuesto con una alianza frágil que, de ganar, se va a romper a la mitad del camino porque ideológicamente son polos opuestos. Y un país, a diferencia de una entidad federativa, se gobierna con ideología.

Meade es el mejor de los tres. ¿Es preferible votar por el mal menor?

Veremos. Sólo faciliten su tarea al electorado.