Hace un par de horas en Turquía se produjo un intento de golpe de Estado con el que militares disidentes trataron de echar abajo al Gobierno. Aunque –oficialmente– se habla de un “intento” de golpe, un sector de los militares aseguraron haber tomado el control del país.
De acuerdo con la prensa internacional, en aquel país se respira miedo. Los militares han bloqueado las calles y puentes en Estambul; los tanques fueron desplegados al Aeropuerto Internacional Ataturk; aeronaves sobrevuelan Ankara, la capital turca.
Estos hechos se dan luego de atentados terroristas en Turquía, bloqueo de redes sociales, censura a la prensa, intolerancia a la protesta, purga a la burocracia, desplazados, el ingreso de refugiados y problemas económicos.
Aunque al gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha sido acusado de autoritarismo, el primer ministro turco, Binali Yildirim, prometió que “quienes lo han hecho pagarán un alto precio. No haremos concesiones en la democracia”.
Pero hay algunos que señalan que más allá de un golpe de Estado, se trata de una “revuelta”.
Cabe señalar que Erdogan apostó por la élite militar para afianzar su poder –que comenzó desde 2014– pero que hoy, al parecer, ésta le dio la espalda.
Basta esperar si el Gobierno elegido por el pueblo turco sigue a cargo o si un nuevo héroe turco resurge de entre el golpe.
