¿FRAUDE DE ESTADO O DEBACLE OPOSITORA?

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Especial

Hasta las 20 horas de ayer, no había nada para nadie en el estado de México.

Y a pesar de que las dos candidatas en la contienda, Alejandra del Moral y Delfina Gómez se declararon ganadoras, algunos conteos rápidos le daban una ventaja considerable a la candidata del presidente.

Es decir, que hasta la noche de ayer eran muchos los indicios de que la victoria se podría perfilar a favor de Delfina Gómez.

Y de confirmarse tal tendencia, sin duda que estaríamos ante una victoria demoledora del presidente López Obrador quien, de esa manera, iniciará el último año de gestión con el poderoso estado de México en la bolsa, lo que lo convierte en imbatible para el 2024.

Pero también es cierto que la eventual victoria mexiquense no solo fortalecerá al mandatario sino que lo regresará a “los cuernos de la luna”; un poder fortalecido que utilizará con mayor fuerza contra el último de los contrapesos, la Suprema Corte.

Pero la probable victoria de AMLO también se convierte en un poderoso respiro de sus potenciales sucesores, ya que despeja el camino para que Morena se haga del poder en 2024.

Y esa posibilidad se amplía frente al mediocre desempeño de la coalición Vamos por México, que sólo logró mantener el poder en el estado de Coahuila, el último reducto del PRI.

Pero si se confirma la victoria de Morena en el estado de México, tampoco es una novedad. ¿Por qué?

Porque aquí lo advertí en todos los tonos y desde todos los ángulos.

Advertí que desde Palacio se ordenó un grosero fraude de Estado para ganar, a como diera lugar, el gobierno mexiquense.

Advertí que para tal fraude, el gobierno dispuso de todo el dinero público que fuera necesario pero, sobre todo, del dinero negro salido de esa caja chica llamada “aduanas federales”.

Advertí que el Partido Morenas recurriría a todas las metodologías conocidas para alterar la voluntad popular; desde la guerra sucia en redes, pasando por la compra de conciencias, hasta el acarreo, el voto condicionado y, en especial, la movilización de operadores de todos los estados morenistas, para convertir en victoria la voluntad presidencial.

Advertí que si los electores mexiquenses no eran capaces de movilizar una copiosa votación en todo el territorio del estado de México, de por lo menos el 70 por ciento del padrón electoral, el campo sería fértil para el fraude Estado a favor de la candidata del presidente, Delfina Gómez.

Advertí que la coalición opositora, Vamos por México, y los partidos que la integran, en realidad habían desperdiciado la oportunidad histórica de transformar todos los errores del deficiente gobierno federal, el de López Obrador, en votos a su favor.

Advertí que frente a un gobierno mediocre y sin resultados, como el de AMLO, la paradoja era pavorosa, ya que los opositores eran verdaderos mediocres de la política, incapaces de usar los fallos del adversario, de aquel que está en el poder, para capitalizar y catapultar la propuesta opositora.

Advertí que el fraude de Estado había sido encabezado por el propio presidente López Obrador, quien en todos los tonos condicionó el voto a favor de Morena, a cambio de dar o quitar los apoyos sociales.

Advertí que “las mañaneras” eran precisamente el vehículo para engatusar a una sociedad apática y poco interesada en el futuro de la democracia mexicana; “mañaneras” que a diario significan mantener la popularidad no solo del presidente López Obrador sino de todas sus ocurrencias y sus candidatos, como Delfina Gómez.

Y advertí que la contienda electoral del 2023, en el estado de México, sería el laboratorio para el fraude en la presidencial del 2024; un fraude que hoy y mañana se apoyó y se apoyará no solo en la debilidad de los opositores, sino en la presencia cada vez más activa de los grupos delincuenciales en la política mexicana.

Al final de cuentas los ciudadanos mexiquenses no entendieron que su apatía habría resultado determinante para el futuro del país y de la democracia mexicana, ya que no fueron capaces de revertir una tendencia que fortalece día con día al poder presidencial.

 Al tiempo.