Dice el refranero popular que, en política y en los códigos criminales, no hay casualidades.
Y si no es casual un atentado contra altos funcionarios públicos, tampoco es casualidad la hora y menos el lugar del ataque.
Y, entonces tampoco es casualidad el alto rango y la jerarquía de los servidores públicos atacados.
Y menos es casual que se haya tratado de un ataque directo, perpetrado por profesionales bien entrenados, en medio de una acción bien planeada, bien desarrollada y que llevó semanas de preparación, como lo muestra el seguimiento de las cámaras de seguridad.
Por tanto, podemos concluir que el doble crimen cometido contra los más cercanos colaboradores de la jefa de gobierno de la capital del país no es otra cosa que el mensaje claro de una poderosa mafias de las muchas que se han apoderado de la Ciudad de México.
En efecto, un mensaje macabro que le costó la vida a dos servidores públicos queridos y reconocidos por la máxima autoridad de la capital mexicana, como Ximena Guzmán, secretaria particular de Clara Brugada–, y José Muñoz, asesor principal de la jefe de gobierno de la CDMX.
Y también por eso, la primera conclusión es que el alto perfil de las víctimas y su cercanía con la jefa de gobierno de la CDMX es del mismo tamaño del mensaje y de quienes lo mandaron.
Y el tamaño del mensaje abre otra posibilidad; que el real destinatario del mensaje haya sido la mismísima presidenta, Claudia Sheinbaum.
En pocas palabras, el ataque criminal no sólo fue dirigido al corazón del gobierno capitalino; a los más cercanos y de mayor confianza de la jefe de gobierno, sino de la toda la “4-T”, sin excluir a la “señora presidenta”.
Y por esa misma razón, el doble crimen se convierte en un mensaje demoledor de las mafias que desde hace décadas se han apoderado de la capital del país. Pero la gravedad del asunto va más allá de los códigos políticos y los mensajes criminales.
Y es que si antaño los “ajustes de cuentas” y los “mensajes macabros” ocurrían en pueblos y rancherías alejadas de las zonas urbanas del país, hoy no sólo se producen en la capital mexicana, sino en la alcaldía Benito Juárez, que según todos los reportes es una de las más seguras o, si se quiere, la demarcación menos violenta.
Peor aún, quien diseñó el mensaje sabía que minutos después de cumplida la encomienda criminal, sería noticia nacional, gracias a la propia “mañanera” de la “señora presidenta”. Tal como ocurrió.
Sin embargo, también es cierto que el verdadero mensaje de los grupos criminales va mucho más lejos y es de una complejidad mayor a la que aparece a simple vista.
¿Por qué?
Por una razón elemental; porque en el fondo asistimos a un acto terrorista; un acto que, por sus objetivos, por el lugar en donde ocurrió, por la hora y por las víctimas, lo que busca es generar terror y miedo en la sociedad.
Por eso, por si lo han olvidado, el “terrorismo” se define de la siguiente manera, según Norberto Bobbio: “Es el uso de la violencia extrema no solo para atacar a las víctimas de forma directa, sino también para generar un clima de miedo y pánico en la sociedad, con el objetivo de coaccionar o intimidar a gobiernos, organizaciones o individuos, para lograr fines políticos o ideológicos”. (FIN DE LA CITA)
Y por eso las peguntas obligadas.
¿Quién está detrás de los actos terroristas que les arrebataron la vida a dos de los principales colaboradores de la jefa de gobierno?
¿Qué grupo criminal organizó ese acto terrorista?
¿Cuál es el mensaje que mandan, además del miedo y el terror?
¿Se trata de un mensaje sólo para la jefa de gobierno de la CDMX, o va más allá? ¿O será que el objetivo fundamental eran los peldaños más altos de la llamada “4-T”?
Pero también es cierto es que no es novedad, para nadie, la alianza que por años han mantenido los gobiernos del PRD y de Morena en toda la CDMX, con los grupos criminales.
Y por eso volvemos a preguntar: ¿El terrorismo desatado marca el rompimiento de esa alianza?
Al tiempo.