Encapuchados y vándalos en tres estados, ¿quién les paga?

Hablemos de tres imágenes: Una en la Ciudad de México, otra en Oaxaca y una más en Chihuahua.
En la primera se ven las calles del sur de la ciudad de México. Las vialidades están envueltas en humo negro. En primer plano se distinguen, al menos, seis personas. Todas con el rostro cubierto.
En la segunda encontramos una suerte de trinchera urbana, hecha con tubos de drenaje. Destacan dos figuras: un adulto y un menor de aproximadamente 10 años. El adulto va armado con un tubo y el niño parece recibir instrucciones del mayor. Ambos tienen el rostro cubierto.
En la tercera imagen se aprecia lo que queda de una de las puertas del palacio de gobierno de Chihuahua. Al momento de la fotografía, un hombre embiste contra la entrada. El ariete del individuo parece ser una rejilla del alcantarillado.
Los destrozos en la puerta del palacio son cubiertos por escudos de la policía. En el piso se ven los restos de ventanas rotas y sobresalen otros tres hombres que observan la escena. Uno de ellos tiene el rostro cubierto.
¿En qué se parecen estas tres imágenes? ¿qué tienen en común estos instantes –de las últimas 24 horas– en la ciudad de México, Oaxaca y Chihuahua?
Las causas que los mueven son distintas: Unos dicen solidarizarse con los muertos de Nochixtlán, otros quieren echar abajo la reforma educativa y los terceros exigen la renuncia del gobernador César Duarte.
Sin embargo, a pesar de las variantes en sus demandas, en las tres imágenes vemos ausencia de Estado, vemos anarquía, vemos a un gobierno rebasado, vemos las expresiones más reprobables de las manifestaciones civiles; vemos el rostro más añejo de la protesta ciudadana.
Pero hay más. En los tres casos vemos hombres –y un niño– con el rostro cubierto. Vemos a individuos que destrozan, que vandalizan, que secuestran el espacios público y que no dan la cara.
En las tres vemos a criminales anónimos que parecen confiar en que un paliacate, en que una bufanda o en que un suéter amarrado en el rostro cerrará el paso a la justicia, a la acción de gobierno y al imperio de la ley.
¿Quiénes son estos personajes que hicieron a un lado el cauce institucional y que se expresan con violencia?
¿Quiénes son estos ciudadanos que dejaron ir la oportunidad de expresarse en las urnas –el pasado 5 de junio– y hoy se intentan hacer oír por la fuerza?
¿Quiénes son las autoridades capaces de identificar y de detener a estos personajes?
¿Quiénes son los indolentes que permitieron que las protestas llegaran a este grado de descomposición?
¿Quién paga, quién organiza, quién empuja estas agresiones?
¿Quiénes están atrás de las máscaras? ¿quién permite que sigan escondidos y vandalizando en total anonimato?