El periódico del Vaticano “L’Osservatore Romano” denunció que muchas monjas se ven sometidas a realizar trabajo doméstico u otros menesteres para cardenales, obispos y párrocos locales, trabajando en condiciones similares a la esclavitud.
“Algunas sirven en casas de obispos o cardenales, otras en las cocinas de instituciones eclesiásticas o enseñan. Algunas, como sirvientas de los hombres de la iglesia, se levantan por la mañana a preparar el desayuno y se van a dormir después de servir la cena, asear la casa y lavar y planchar la ropa”, dice uno de los artículos principales.
Una monja identificada solo como hermana María describió cómo las religiosas sirven al clero, pero “rara vez son invitadas a sentarse en las mesas que sirven”.
Aunque la existencia de esta relación de servidumbre era conocida, llama la atención que una publicación oficial del Vaticano se atreva a incluirla en sus páginas, denunciando públicamente la explotación sistemática de las monjas por parte de la iglesia.
Otra monja dijo al periódico que las habilidades y aspiraciones de las religiosas son ignoradas frecuentemente. “He conocido a monjas con un doctorado (Phd) en teología que fueron mandadas de un día al otro a la cocina o a hacer el lavado”, agregó.
“Detrás de todo esto, desafortunadamente todavía existe la idea de que las mujeres valen menos que los hombres, y especialmente que un cura vale todo mientras que una mujer vale nada para la Iglesia”, agregó.
El papa Francisco prometió dar más espacio a las mujeres en la Iglesia católica y pidió a un comité estudiar el papel de las sacerdotisas asistentes, o diáconas, en la cristiandad antigua. Sin embargo, ha cerrado la puerta a las sacerdotisas.