¡EL SELLO DE CASA: LOS USA, CORROMPE Y TIRA!

Con el llanto en el rostro, la señora Tatiana Clouthier –hasta ese momento secretaria de Economía--, se despidió en “la mañanera” de ayer, frente al tirano López Obrador

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Especial

La escena fue propia de un “culebrón” de la pantalla grande.

Con el llanto en el rostro, la señora Tatiana Clouthier –hasta ese momento secretaria de Economía–, se despidió en “la mañanera” de ayer, frente al tirano López Obrador.

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Argumentó el fin de un ciclo y anunció que pasaría “del campo de juego a las gradas”, en calidad de espectadora.

El montaje fue presentado como si se tratara de una renuncia voluntaria cuando, en realidad, todos en Palacio saben que fue echada de fea manera.

Sí, un enfurecido López le exigió el cargo luego que la titular de Economía dijo, en voz baja y en distintos eventos privados, que el rey de Palacio estaba cometiendo muchas equivocaciones.

De esa manera se confirmó una víctima más del espionaje impuesto en el primer círculo del presidente por los militares que lo tienen atrapado.  

Y la mejor prueba de que el rey de Palacio echó de su Corte a la señora Clouthier, fue la humillación pública a la que se prestó la señora Tatiana, frente a un arrogante tirano que nunca regresó el abrazo que intentó la hija del mítico “Maquío”.

Y es que una vez más quedó claro que para el sátrapa de Palacio no son personas los políticos y servidores públicos que lo rodean y mucho menos los ciudadanos en cuyo nombre construyó su imperio de terror y muerte.

No, para Obrador sólo existen los lacayos e incondicionales; los leales, sirvientes y serviles al cien por ciento.

Sólo valen aquellos a los que usa, a los que corrompe a más no poder; a quienes despoja de sus principios y dignidad para que, al final, sean lanzados al retrete, una vez que se han convertido en desechables.

Peor, para AMLO tampoco existen cualidades académicas, títulos universitarios, doctrina moral o dignidad que valgan, más allá del interés personalísimo que lo mueve; nada vale más que el culto de López “al poder por el poder”, al enriquecimiento demencial y sin freno y, sobre todo, nada sustituye a la transa y la mentira que emplea para conseguir sus objetivos.

Por eso, a lo largo de los años, en todos sus círculos de poder ha creado microclimas de terror y persecución que a cada minuto ponen a prueba la lealtad, la abyección y, en especial, la sumisión absoluta.

Y ay de quien se atreva a cuestionar, disentir, reclamar, poner en duda y, en especial opinar distinto a lo que piensa y dice el “líder”, porque es echado de la Corte, de manera fulminante y sin la menor consideración.

Y cuando uno de los lacayos cayó de la gracia del dictador, nada importan los años de lealtad; tampoco haber vendido el alma al Diablo para congraciarse con el “amado líder” y tampoco vale un cacahuate haber metido las manos al fuego –con sangre o dinero negro–, por la gracia del rey.  

Y es que el dictador no sabe de amigos, de afectos, de hermandades y menos de gratitud a nadie.

No, lo suyo –el principio vital de López Obrador–, es “el blanco versus el negro”; esa dualidad perfecta que enaltecen los sátrapas del mundo y de todos los tiempos y que sintetiza en el dictatorial: “si no estás conmigo, estás en mi contra”.

Y la señora Clouthier, según fuentes de Palacio, se había convertido “en una piedra en el zapato” de López; crítica frecuente del fracaso en economía; en el PIB fallido, en la inflación sin freno, en el T-MEC derrotado y, en días recientes, rechazaba constantemente la militarización.

Sin embargo, y a pesar de la postura crítica que había asumido, Tatiana nunca pensó renunciar. ¿Por qué? Porque más allá de los principios y la congruencia pesaba más en su decisión, el gusto por las mieles del poder.

Vale recordar que Tatiana no fue reclutada por AMLO debido a sus habilidades y cualidades políticas o de economista. No, en realidad fue usada para que el apellido Clouthier “lavara la cara” de un movimiento –Morena–, que era visto por no pocos empresarios como un peligro para México.

Es el mismo caso por el que fueron reclutados por Morena, por ejemplo, el michoacano Germán Martínez, la sonorense Lilly Téllez y la también senadora y ex ministra de la Corte, Olga Sánchez Cordero, entre otros.

Es decir, fueron tentados por las mieles del poder, con la promesa de candidaturas y puestos públicos, a cambio de aparecer al lado del “amado líder”. Todo ello ocurrió, como recuerdan, meses antes de julio de 2018.

Pero una vez en el poder, todos recibieron su pago y algunos, como los senadores Martínez y Téllez, entendieron que era excesivamente costoso cerrar los ojos ante el imperio de terror y muerte del gobierno de Obrador.

Lo simpático del tema es que día a día será más larga la lista de políticos, empresarios y periodistas echados de La Corte de López, una vez que fueron usados, corrompidos, despojados de principios y dignidad, para luego ser lanzados al retrete en calidad de desechos pestilentes.

Al tiempo.