El PRI ya no tolera palabras sino hechos

Cuando Enrique Ochoa Reza –el nuevo dirigente nacional del PRI– advirtió que emprenderá una lucha contra la corrupción, emitió una afirmación muy fuerte. Así lo dijo a La Otra Opinión el excandidato presidencial, Francisco Labastida Ochoa.

En palabras de Labastida, el llamado de Ochoa Reza obliga a un diálogo franco entre el gobierno de la República y la dirigencia de su partido, el PRI. Es necesario que se pongan de acuerdo, señaló.

En esta lógica, el excandidato presidencial dejó ver que no sería extraño que alguno de los gobernadores vapuleados por la opinión pública –como Javier Duarte, en Veracruz; César Duarte en Chihuahua y Roberto Borge en Quintana Roo–, terminen en prisión. Y es que, precisó, la opinión pública no se conformará con palabras, es necesario concretar hechos.

Acaso por eso, a las pocas horas del discurso de Ochoa Reza, el excandidato del PRI al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes, se sumó al reclamo y exigió la renuncia del todavía mandatario, Javier Duarte.

El emprendimiento de acciones concisas, siguió Labastida, marcaría un camino positivo para el partido. En especial cuando otras dirigencias partidistas –como la del PAN–, se quejan de los gobiernos corruptos pero empujan a candidatos como Miguel Ángel Yunes y Francisco García Cabeza de Vaca en estados como Veracruz y Tamaulipas. Ambos, acusó el político, tienen una historia muy cuestionable.

En palabras de Francisco Labastida, el PRI no está rezagado en la contienda presidencial. Simplemente deben trabajar con mayor decisión para atender las crisis y solucionar –con hechos– lo que han intentado corregir con palabras.

Por cierto, Labastida trajo a cuenta que en 1999 –antes de ser candidato presidencial–, hizo públicas sus declaraciones de impuestos, sus cuentas bancarias y sus posibles conflictos de interés. Claro que, concluyó, en ese tiempo no era tema.