La persecución política que emprendió el presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de su ex contrincante Ricardo Anaya demostró que el político queretano ya no es bien visto en su propio partido.
El dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, salió en su defensa, pero lo hizo a título personal. El CEN del partido no ha hecho pronunciamiento alguno sobre el tema.
Tampoco han salido en su defensa los gobernadores del PAN, a diferencia de lo que pasó con el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, a quien sí respaldaron públicamente.
Los coordinadores parlamentarios de las bancadas del PAN en las cámaras del Congreso también han guardado un silencio sepulcral sobre el tema.
Ni siquiera el senador Damián Zepeda, principal operador de Anaya, a quien éste dejó como dirigente nacional interino cuando compitió por la Presidencia de la República y luego nombró coordinador parlamentario en el Senado, ha salido en su defensa.
Solo algunas voces aisladas han salido en defensa de Anaya. Voces que se cuentan con la mitad de los dedos de una mano: la senadora Kenia López Rabadán, el ‘Jefe’ Diego Fernández de Cevallos, Marko Cortés…¿Quién más?
En cambio, hay personajes que se han deslindado de cualquier posibilidad de respaldarlo, como el gobernador de Querétaro y paisano de Anaya, Francisco Domínguez, quien declaró que no se pronunciará porque “es un asunto de la Fiscalía”.
O la precandidata a la dirigencia nacional del PAN, Adriana Dávila, quien señaló que los señalamientos en contra de ciertos personajes “afectan la imagen del partido”.
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Queda claro que Ricardo Anaya tenía escasas posibilidades de ser nominado candidato presidencial del PAN en el 2024. ¿Y entonces para qué perseguirlo en este momento?
Al perseguirlo, López Obrador le hizo un favor. Lo convirtió en víctima y lo invistió de inmunidad. Y al mismo tiempo, le hizo comprender que no tenía caso que se siguiera desgastando en una campaña adelantada que no tendría futuro. Por eso mejor se exilió.
OFF THE RECORD
**EN RIESGO, TEATRO RAFAEL SOLANA
El Centro Cultural Veracruzano, del que forma parte el Teatro Rafael Solana, está a punto de desaparecer, debido a un adeudo por 11 millones de pesos de impuesto predial con la alcaldía Coyoacán.
Lo peor de todo es que al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, no le interesa la promoción de la cultura, por lo que no moverá un dedo para rescatar al Centro.
La Universidad Veracruzana propuso pagar el adeudo y que el inmueble se le entregue en comodato, pero la directora del Centro Cultural, Lidia Marmolejo Carreón, y su esposo, tienen todo atorado, pues privilegian sus intereses personales.
Sería una lástima que se perdiera el Centro Cultural Veracruzano y con él el Teatro Rafael Solana, que lleva el nombre del ilustre intelectual mexicano que el próximo 6 de septiembre cumplirá 29 años de fallecido.
**VOTO POR VOTO EN CAMPECHE
Este miércoles se llevará a cabo el recuento voto por voto de la elección de gobernador de Campeche, en la que en una primera instancia resultó ganadora la morenista Layda Sansores.
La diferencia entre ella y el segundo lugar, el emecista Eliseo Fernández, es de apenas poco más de cinco mil votos.
De este recuento depende la decisión definitiva sobre la elección.
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