EL GOZO AL POZO

Para aquellos ingenuos que pensaban que un resentido social como López Obrador iba a hacer algo para apoyar a la iniciativa privada, lamento decirles que se equivocaron rotundamente: el gobierno federal y el presidente no van a hacer nada.

Le llevó casi veinte minutos al ejecutivo federal balbucear diez insensateces que cuando no quedaron en el campo de la retórica o de las buenas intenciones, no fueron más que falsedades.

Porque decir que va a apoyar a través de que no haya corrupción o mediante la igualdad jurídica, es lisa y llanamente una burla, toda vez que desde que somos un país independiente, se presupone la igualdad de todos los mexicanos ante la ley y que éstos deberán conducirse con apego a derecho.

Asegurar que va a apoyar a los empresarios a través de combustibles baratos, de que no habrán incrementos en el costo de la energía eléctrica y por medio de tasas de interés bajas, es no una tomadura de pelo, sino una mentada de madre, un escupitajo propinado en la cara, de aquellos empresarios (no importa si son micro, pequeños, medianos o grandes) que no solo se esfuerzan para producir empleos y riqueza, sino que se empeñan en mantenerse vigentes y esperan por lo menos alguna medida real y concreta de parte del gobierno del país, que les permita continuar su quehacer. Pero con López Obrador se equivocaron y tiraron plancha.

No solo no hubo estímulos fiscales, no hubo insumos, no hubo precios preferenciales, no hubo financiamiento, no hubo esperas, ni mucho menos reducción o condonación de adeudos. El gobierno de la república y su titular, fueron omisos, brillaron por su ausencia.

Como es lógico, todos los mexicanos pensantes esperábamos otra actitud: un presidente llamando a un gran pacto de unidad nacional, cerrando filas, constituyéndose en el gran capitán de la nave. Pero no fue así, el presidente siguió con sus estupideces y bravuconadas, promoviendo la división y el odio social, encargándose del naufragio de la iniciativa privada personalmente, abriendo boquetes en la maltrecha economía nacional.

¿Cómo no íbamos los mexicanos a expresar descontento?, ¿Cómo no pensar en deponer a un mal servidor público, a un funcionario de proceder cuestionable? Las protestas de respeto a la ley y las libertades, con un régimen como el de López Obrador, sabemos que son garantías de todo lo contrario.

Como ya anteriormente alguien dijo, no nos queda a los mexicanos, más que arriesgarnos y hacer todo lo que esté de nuestra parte, para poner punto final a este régimen demencial, que busca a toda costa tener un país poblado por individuos no pensantes y manipulables, donde los gobernantes puedan hacer cuanto les venga en gana.

Pero no lo permitiremos. A riesgo de la libertad y la vida, vamos a hacer cuanto sea preciso. Porque no podemos permanecer impávidos, viendo como el país se nos desbarata entre las manos.

Dios, Patria y Libertad