Hace unos días, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que Canadá y México debían ser respectivamente los estados 51 y 52, de la Unión Americana. El contexto de sus afirmaciones ocurre bajo el supuesto de que los Estados Unidos subsidian a estos dos países fronterizos, socios y vecinos de EU.
Donald Trump ha hecho estos comentarios a partir de su percepción personal de que el T-MEC ha beneficiado más a sus socios canadienses y mexicanos, que a su propio país. Este equívoco, soslaya que el tratado mantiene el espíritu de ganar-ganar, para beneficio de quienes suscribieron este acuerdo tripartito.
No se explica que Trump considere que los otros dos países socios, estuvieran abusando de las bondades del T-MEC y que los EU estuvieran siendo castigados con pérdidas, ante un comercio internacional, lo suficientemente transparente y demandante de bienes y mercancías complementarios, para el que exporta y para el que importa.
Si observamos los comentarios del presidente Trump, como simples juegos de sombra, que pretenden fortalecer su posición ante sus electores, o como preludio a la eventual revisión del T-MEC, o como parte de las presiones para cumplir sus dichos en campaña, o para afectar la productividad de sus países vecinos, porque no le gustan los triunfadores si no es él, suena a bravatas egoístas, o a un egocentrismo tremendo, o bien a un simple sin sentido.
Lo grave sería que pensase como han actuado Rusia o Israel, pretendiendo ganar territorios a sus países vecinos, pretendiendo una guerra comercial que presione hacia una guerra por territorio o aprovechando la oportunidad de que nadie hará nada.
Canadá y México tendrán que hacer lo propio para enfrentar las supuestas amenazas intervencionistas de Trump; por aranceles a sus productos de importación; para atender a la deportación de inmigrantes ilegales que pretende; para revertir las amenazas de envíos de tropas; para evitar que se debiliten las economías de sus socios; para disminuir que sea colocada su posición hegemónica por la fuerza; o para enviar un mensaje al mundo de quién manda y que él ha vuelto a la arena de batalla.
Es una situación compleja, multifactorial, que requiere acciones críticas y estratégicas por parte de Canadá y México.
El señalamiento canadiense en que se deslinda de México, para obtener un mejor trato en aranceles de EU, porque ellos no tienen narcodelincuencia, y por lo tanto, no debieran aplicarle lo mismo que a México, no tiene sustento.
Es un hecho que México tendrá que enfrentar por sí mismo y sin acompañamiento de otros gobiernos, las acciones que emprenda en su contra, el nuevo gobierno de Trump. Los esfuerzos recientes que muestran el combate a la delincuencia organizada y el control de laboratorios clandestinos para detener la fabricación y el tráfico de fentanilo, no serán suficientes para quien tiene una visión que culpa al otro, de lo que no puede controlar en su territorio, pues el tráfico de drogas y en particular de fentanilo, está cobrando muchas vidas estadounidenses. México tendrá que enfrentar a los cárteles, y desarrollar una estrategia agresiva, no solo para complacer a su vecino del norte, sino porque el crecimiento económico y el desarrollo social se está afectando sensiblemente, se ha perdido gobernabilidad local y los cárteles en ocasiones, mantienen una alianza corrupta, narco política, por lo que la sociedad se encuentra en estado de indefensión, el interés nacional se afecta y la seguridad nacional se socava, ante unos riesgos y amenazas muy reales, a partir del 20 de enero de 2025, con el cambio de gobierno en EU, donde la presión de Biden será sustituida por la intervención de Trump.
El panorama nacional no se ve tan halagüeño, el gobierno y la sociedad mexicanos deberán trabajar bajo la consigna de la unidad nacional, en unas condiciones internas no tan favorables, como podría desearse, con diferencias en los grupos políticos gubernamentales y alta polarización social.
Falta mucho por hacer para evitar que se materialicen los riesgos y amenazas de Trump, el tiempo va en contra de los planes preliminares del gobierno mexicano.
No se puede bajar la guardia ante lo que viene.
Finalmente, la prevención y la prospectiva se enfrentan a un futuro que ya nos alcanzó.