Empezamos el otoño en esta semana. Comenzábamos apenas la primavera cuando arrancó el confinamiento. Esto quiere decir que la mitad de este año la hemos pasado en la crisis derivada de la pandemia.
Por eso, más y más personas nos preguntan respecto a la fecha en la que pudiéramos aspirar a regresar a algo más cercano a lo que conocíamos como la “normalidad”.
Mucha gente está cansada. Ha resistido meses en una circunstancia compleja y desafiante. Pero, también se sabe que diversos negocios no pueden resistir en esa condición mucho tiempo más.
Los establecimientos que comenzaron la primavera cerrando sus puertas, estimaban que quizás en el verano ya podrían reabrir y desarrollar sus actividades con cierta regularidad.
Hay que recordar la previsión oficial del subsecretario López-Gatell en el sentido de que el 8 de mayo habría de llegarse a un pico y a partir de entonces se empezaría un descenso.
Pasaron ya más de cuatro meses desde esa fecha y seguimos en la incertidumbre.
Los optimistas siguen cada noticia relativa a las vacunas y piensan que ya es cuestión de semanas para que tengamos una autorizada por los reguladores sanitarios y lista para ser aplicada universalmente.
Ojalá, en efecto, las realidades respaldaran esa visión. Sin embargo, pese a esfuerzos sin precedente en el desarrollo de la vacuna, aún no hay ninguna cuya liberación para un uso masivo sea inminente.
Y, en cuanto esto ocurra, tendremos un periodo de otros angustiantes meses antes de que una vacuna o serie de vacunas pueda aplicarse de modo generalizado.
Ese mundo en el que la mayoría de la población sea inmune al covid-19 todavía está distante.
Y, en contraste, estamos cerca de una etapa en la que en las conferencias vespertinas probablemente también tenga que informarse sobre el avance de la epidemia de influenza estacional.
En este contexto sanitario, el retorno a una condición económica normal ni siquiera está aún en el horizonte.
Tendremos un otoño muy duro, no solo por la duración de la crisis económica sino por las posibilidades de que haya rebrotes.
La segunda ola de la pandemia ya comenzó y veremos pronto que llega con fuerza a México.
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No lo creían en Europa o en Estados Unidos y ahora hay evidencias claras de que ha sucedido. En diversos países de Asia han evitado o contenido los rebrotes, pero las condiciones sociales y circunstancias culturales hacen más probable que suceda en México.
Las declaraciones del subsecretario Yorio dejan ver que en Hacienda sí tienen contemplada esa posibilidad y que contemplan un mayor endeudamiento en caso de que se presente y vuelva a golpear a la economía.
Aunque el presidente López Obrador rechazó de golpe ese planteamiento, no le va a quedar de otra si lo ocurrido en Europa se presenta en México en un par de meses.
En los escenarios para las empresas va a ser necesario tomar en cuenta también esta circunstancia y reconocer que es posible que hacia el final del año o principios de éste venga un nuevo golpe.
Lo peor que nos podría pasar es que nos tome desprevenidos y nos pegue de manera tal que ponga en riesgo la viabilidad de las unidades económicas o las finanzas de las familias.