EL DOLOR PSÍQUICO QUE PRODUCE LA INSEGURIDAD Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO

Cuerpos mutilados o abandonados en la vía pública con heridas mortales, irrupciones por personas armadas en restaurantes o plazas comerciales con la idea de liquidar a alguna persona en específico o con la de asaltar a las que tengan el mal tino de encontrarse en el lugar; son la serie de acontecimientos que están formando parte de la vida cotidiana en nuestro país.

Pero, ¿cómo afectan emocional y psicológicamente a los habitantes de un país que ofrece tal inseguridad y violencia?

Diversos autores definen el dolor psíquico como aquellos trastornos emocionales provocados por una emoción derivada de un estímulo que la mente no puede elaborar —como una balacera en plena vía pública—-, el sujeto se ve invadido por emociones tales como el miedo, pánico, la sensación de estar desvalido y sin la capacidad de poder reaccionar frente a tale circunstancias.

El dolor y el sufrimiento se presentan en la mente de la persona como “un afecto displacentero” que puede manifestarse, al menos, en las siguientes maneras: angustia, duelo, melancolía que en ocasiones puede llevar al sujeto al suicidio.

La angustia se describe como un ‘afecto’, provocado por la pérdida o la separación del objeto —una persona importante para el sujeto o la de un objeto material —-, y como señal de la presencia de un peligro —-la angustia a ser asaltado o agredido—-, que nos hace huir.

La angustia puede tener manifestaciones en el cuerpo que varían de intensidad y tipo según la persona que las presenta, tales como: una sensación displacentera o dolorosa en la parte superior del abdomen, que generalmente se refiere como traer clavado un puñal. Igualmente puede presentarse de manera intempestiva taquicardia o la sensación de tener la boca seca.

Por su parte, el duelo es la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como un ideal, la libertad (Freud, 1917). La persona que atraviesa por un duelo puede llegar a presentar graves desviaciones de la conducta normal en su vida y se espera que pasado un tiempo prudente el duelo quedará superado.

La melancolía es otra manifestación de dolor psíquico caracterizada por una profunda desazón y una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad, una baja en la autoestima que busca los autoreproches y el castigo que puede llevar al suicidio.

Por lo general, se piensa que la persona que sufre directamente la agresión o la pérdida de un ser amado y es quien va a presentar un dolor psíquico; sin embargo, esto no siempre es así; también pueden producirse estragos en las personas que presencian dicha violencia o son cercanos a la víctima.

Françoise Davoine y Jean-Max Gaudillière psicoanalistas franceses, establecen que la huella traumática está presente no sólo en las víctimas directas de la violencia, sino que éstas también contagian inconscientemente el dolor a sus relaciones. Por lo tanto, los hijos o allegados a víctimas de violencia llevarían consigo un conflicto interno que en realidad no les pertenece.

Frente a esta realidad que vive nuestro país, toma relevancia la pregunta que en 1933, Einstein le hizo a Freud por encargo de la Liga de las Naciones, un organismo internacional que se creó en el periodo de entre guerras, con la tarea de mantener la paz –una especie de antecesora de la ONU–: “¿Qué puede hacerse para defender a los hombres de los estragos de la guerra?”

Sin embargo, y como entonces, pocas esperanzas existen de que el gobierno actual se pueda interesar por la salud mental y, al parecer, por la salud en general; de los habitantes del país que gobierna.

Para resolver un conflicto primero se requiere de reconocer que éste existe, pero para el actual gobierno la violencia e inseguridad no existe, y se muestra ajeno a las víctimas resultantes de esa violencia, por lo que pocas esperanzas hay de que esto cambie y poder sanar las heridas.