El delito de detener delincuentes

Un nuevo enfrentamiento entre autoridades de Guerrero y normalistas de Ayotzinapa inquietó a las voces delirantes que dormían el sueño de los justos.

Los hechos se reportaron la tarde de ayer sobre la carretera libramiento a Tixtla, cuando un grupo de supuestos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa intentó robar una pipa de gasolina y secuestró varios autobuses. Ante el caos propiciado, elementos de la policía estatal intervinieron, lo que provocó la gresca entre uniformados y normalistas.

El saldo fue de ocho normalistas lesionados y 12 más detenidos, que no llegaron al Ministerio Público como lo establece la ley, sino que fueron llevados por la policía a las instalaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. ¿Por qué?, ¿acaso hubo miedo?

Los detenidos ya se encuentran en libertad.

La noticia, por supuesto, indignó a los indignados de siempre, que no dudaron en gritar consignas contra el gobierno represor y a favor del pueblo bueno y oprimido.

A ellos no parece interesarles que los normalistas fueron descubiertos “con las manos en la masa”, es decir, cometiendo delitos penados por la ley.

Tampoco parece importarles que, “por la causa”, los estudiantes “revolucionarios” secuestraron a dos conductores que, en todo caso, pertenecen al pueblo que alegan defender –“Estos chavos se me subieron por donde está el hospital (…) y la verdad me secuestraron, me traían en forma de secuestrado”, declaró uno de los choferes–.

Y menos ven que el robo de una pipa representa un riesgo no sólo para los normalistas ladrones, sino para la población en general. ¿O acaso ya olvidaron cuando, en diciembre 2011, otro grupo de normalistas provocó la muerte de Gonzalo Rivas, empleado de una gasolinera que se arriesgó para evitar la tragedia que habrían causado los estudiantes que –luciendo inteligencia– prendieron fuego cerca de las bombas de combustible?

Pero no, a los ojos de estos justicieros de las redes sociales lo único que importa es gritar contra el “estado represor”. Y frente a la necedad, ¿qué cosa puede hacerse?