En el Itinerario Político del 28 de diciembre de 2018 formulamos, a manera de título, la siguiente pregunta: “¿Es Tiempo de Canallas?”.
Nos referíamos al clásico de Lillian Hellman, “Tiempo de Canallas”, que narra la persecución, la psicosis y el terror que, a causa del “comunismo” y de las venganzas de Estado, vivió la sociedad norteamericana de la postguerra.
Y era pertinente preguntar si el arranque del gobierno de Obrador sería el nuevo “Tiempos de Canallas” porque había empezado la persecución de los enemigos del nuevo gobierno y, sobre todo, porque ocurrió la sospechosa muerte de dos potentes opositores; la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle.
Sin embargo hoy –siete meses después de la última entrega de 2018 del Itinerario Político–, podemos confirmar que sí, que al arranque del gobierno de López Obrador vivimos el peor “Tiempo de Canallas”.
¿Por qué “Tiempo de Canallas”?
Porque en México y en el caso de Rosario Robles –igual que en los años 50 del siglo pasado en Estados Unidos–, vivimos tiempos de venganza y persecución de Estado; porque igual que en los “Tiempos de Canallas” de Lillian Hellman, hoy en México se fabrican culpas y culpables –por orden del jefe del Estado–, y porque el gobierno de López Obrador es la versión tropical del “Macarthismo” vengativo y criminal.
Y si dudan que el gobierno de Obrador es la versión moderna del “Macarthismo”, basta revisar las razones por las que fue enviada a prisión la señora Rosario Robles y basta saber que el Juez de Control, Jesús Delgadillo Padierna –que de manera ilegal y arbitraria mandó a prisión a Rosario Robles–, es nada más y nada menos que primo de Dolores Padierna, esposa de René Bejarano, el pillo que fue a parar a prisión a causa de los “video-escándalos” revelados por Rosario Robles y Carlos Ahumada.
Hoy, Dolores Padierna dijo lo siguiente, en tono socarrón, a propósito de la detención de Rosario Robles: “¡Llegó el momento de la justicia, tarde pero llegó…!”. Lo cierto, sin embargo, es que la actuación del Juez Jesús Delgadillo Padierna está muy lejos de la justicia; se trata de la venganza de Obrador y de su claque, contra Rosario Robles.
¿Pero, sabrán los Millennials y los fanáticos lopistas qué es y lo que significa el “Macarthismo”?
Era la primera mitad de los años 50 en Estados Unidos; eran tiempos de la persecución anticomunista, tiempos del temible “Macarthismo”; tiempos de traiciones y canallas.
Era 1953, cuando el senador republicano por Wisconsin –1947 1957–, Joseph McCarthy fundó el aterrador “Macarthismo”, una suerte de Comité de Salud Pública que no fue otra cosa que la siembra –desde el Estado–, del miedo, el terror y la violencia entre la clase política norteamericana; entre escritores, intelectuales, cineastas y los sectores empresariales y militares a los que se perseguía con el “sambenito” del comunismo.
Eran tiempos en los que cualquiera podía acusar de “comunista” a un enemigo, adversario, o vecino indeseable para que “La Comisión McCarthy” lo difamara, calumniara y persiguiera sin piedad y en medio del linchamiento público, hasta enviarlo a prisión por traición a la patria.
Desde entonces el “Macarthismo” se vincula a las purgas ideológicas y a la venganza desde el poder; desde entonces se acostumbra la creación de listas negras y groseras venganzas desde el poder.
Y ese horror fascista, propio de la derecha y la izquierda extremas, fue narrado por una víctima del “Macarthismo”, la escritora, dramaturga y profesora de Teatro, Lillian Hellman, quien detalla los horrores del Comité Senatorial de Actividades Antinorteamericanas de los años 50, en su clásico “Tiempo de Canallas”, publicado en 1976.
En la entrega de aquel 28 de diciembre de 2018 también citamos al escritor José Martínez Ruíz (1873-1967) –filósofo español motejado como “Azorín”–, quien en su clásico “El Político” recomendaba precisamente a los políticos que, “ante el ataque y la invectiva, nunca (deben) perder la sangre fría; (deben) permanecer siempre impasible sin mover un músculo de la cara, sin dar la más leve señal de irritación, impaciencia y enojo”.
Y sapiente, Azorín recomienda a los políticos no creer, de manera cándida, que existe diferencia entre el derecho y la fuerza: “ No hay más que una cosa: fuerza. Lo que es fuerte es lo que es derecho…”.
Y vale recordar a Azorín porque ante la infamia, la ilegalidad, el ataque y la invectiva, Rosario Robles nunca perdió la sangre fría y permaneció impasible. Nunca dudó que la verdadera fuerza del Estado es el derecho y que jueces venales hoy pueden imponer la ilegalidad por la fuerza, pero tarde o temprano imperará la fuerza del Estado, que es la justicia.
Sí, el de López Obrador es el “tiempo de canallas”.
Al tiempo.