El Bronco jugará su papel

¿Qué puede cambiar con la llegada de Jaime Rodríguez El Bronco a la boleta electoral? En principio el solo hecho de que los competidores no sean cuatro, sino cinco, modifica los posibles equilibrios. Hay quienes dicen que El Bronco después del escándalo de las firmas y del controvertido fallo del Tribunal que le permitió participar en el proceso electoral, ha quedado muy desprestigiado como para tener peso en los comicios. Agregan que, además, su gobierno en Nuevo León no cumplió ni remotamente con las expectativas que había generado el primer gobernador independiente. No le dan más del dos por ciento de la votación, más allá de a quién le quite esos votos.

Puede ser, pero veo un panorama diferente. El Bronco fue un mal gobernador, pero un excelente candidato, uno de esos candidatos de teflón a los que todo se les resbala y nada se le pega. Pudo presentarse como independiente a pesar de que había militado toda la vida en el PRI y había sido un operador electoral de Roberto Madrazo, prometió de todo en la campaña regiomontana y nadie lo cuestionó demasiado, llegó a decir que en su paso por la alcaldía de García (donde fue agredido varias veces por los narcotraficantes) había controlado la seguridad por la redes sociales, cuando en realidad la controló el gobierno estatal con el exitoso programa de seguridad pública que al llegar al gobierno, por deshacerse de todo lo que oliera a Rodrigo Medina, terminó desechando y con eso regresó la inseguridad al estado. Muchos de quienes ayudaron a encumbrar a El Bronco lo terminaron abandonando e incluso rompieron con él.

Pero ¿a cuánta gente, a cuántos electores les interesan esas historias y cuántos se han quedado con la imagen medio campestre, de ocurrente macho norteño a caballo de El BroncoLópez Obrador ha dicho verdaderas barbaridades políticas, económicas y sobre la seguridad y hoy encabeza las encuestas. Quién sabe si en los 80 días que faltan para la elección el electorado se lo cobre, pero hasta ahora eso no ha ocurrido. Me temo que con El Bronco sucederá algo así.

Por supuesto que no tiene posibilidades de ganar, pero tiene recursos (muchos más que Margarita, por ejemplo) y tiene un desparpajo e incluso irresponsabilidad en sus propuestas que le harán, en ese terreno sí, competir sobre todo con
Andrés Manuel.

Sí, puede quitarle votos a Morena y a su candidato, seguramente también a Margarita y menos a Anaya y Meade. Si serán muchos o pocos no es posible saberlo hoy, aunque tendría que suceder algo demasiado extraño como para que se convirtiera en actor privilegiado del proceso electoral. Por lo pronto estará en la boleta, en los debates y en los medios. Y llamará la atención.

Lo que sí ha tomado protagonismo es la evidente lucha entre el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No se trata sólo de un sano equilibrio entre las dos instancias electorales, sino de un conflicto creciente que demuestra insuficiencias y errores, caprichos y decisiones controvertidas de ambas instancias. Y eso no es nada bueno para el proceso y para las propias instituciones. Las dos deben reflexionar profundamente sobre lo que están haciendo.

LA FUGA DE PAUL RYAN

Donald Trump se sigue quedando solo. Paul Ryan, el más influyente político del Partido Republicano, anunció que dejará la presidencia de la Cámara de representantes. No competirá para reelegirse en su distrito de Wisconsin. Puede ser que, como se ha dicho, simplemente se retire porque, gracias a Trump, podría perder en las elecciones de noviembre y acabar con ello su carrera política. Pero lo cierto es que Ryan, que ha mantenido siempre distancia con y de Trump, quiera dar un paso al costado para estar en condiciones de competir por la Presidencia si la actual administración de la Casa Blanca sigue haciendo agua. En última instancia, el único punto que lo unía a Trump, la Reforma Fiscal, logró que fuera aprobada. Ahora esperará para buscar su oportunidad.

CIEN AÑOS, EMILIO

No era consciente hasta hace unos días de que, si viviera, mi padre, Emilio, cumpliría hoy cien años. Falleció hace diez de una neumonía que se pareció mucho al H1N1, pero sus 90 años los vivió con enorme intensidad. Fue un hombre de izquierda, liberal, demócrata, ferviente defensor de la república española y furibundo antifranquista. Desconfiaba de todo lo que oliera a autoritario y, humanista por nacimiento, creía en la educación para cambiar al mundo y a las personas. Y también, cuando era necesario, simplemente en la lucha. Nos dio a los suyos ejemplos cotidianos en los cuales reflejarnos.

Mi padre, Emilio, fue un hombre del siglo XX que hizo suyas y defendió siempre las mejores causas que surgieron y trascendieron en el siglo pasado y que en éste, en muchas ocasiones, hemos perdido. Era entrañable y decidido. Amó a mi madre y fue su compañero, inseparable, durante casi 60 años. Ellos me dieron vida, pero mucho más: me permitieron darle sentido, rumbo y objetivo a esa vida. Hoy brindaré por Emilio con lo que él siempre hubiera preferido: una copa de buen vino.