El asesinato de párrocos es herramienta para presionar al estado

 

Una democracia no puede tolerar que los grupos criminales atenten contra los representantes de los cultos.

Sin embargo, una democracia tampoco puede tolerar que la iglesia se inmiscuya en asuntos de estado, los cuales desde hace muchos años dejaron de estar bajo su jurisdicción.

Lo anterior viene a cuenta a propósito del asesinato de los presbíteros Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz, quienes ayer fueron plagiados, torturados y asesinados por el crimen organizado, en Poza Rica, Veracruz.

La agresión en contra de los clérigos podría aportar al choque entre la iglesia y el gobierno, e incluso podría ser un factor detonante para que la confrontación entre ambos bandos defina a un ganador: la iglesia, quien usaría el tema como forma de presión para sus propios fines, y es que la violencia en contra de los sacerdotes es una forma sistémica que desde hace años ha acabado con muchas vidas.

La plataforma periodística Centro Católico Multimedial asegura que en lo que va del actual sexenio se han asesinado a catorce sacerdotes en condiciones que reflejan un estado grave de la violencia en México.

Sin embargo, en el Itinerario Político del 17 de febrero de este año señalamos que desde 1990 –año en que asesinaron al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto Internacional de Guadalajara– la cifra de sacerdotes muertos a manos de grupos delincuenciales se acerca a los 55 –sumando a las dos últimas víctimas–.

A continuación referimos algunos casos recientes:

El 9 de abril de 2015, en Salvatierra, Guanajuato, ejecutaron al sacerdote Francisco Javier Gutiérrez Díaz de 60 años. El cuerpo tenía el tiro de gracia.

También en 2015 el cura Erasto Pliego de Jesús fue calcinado en Nopalucan, Puebla, había sido reportado días antes como desaparecido.

En 2014 fue asesinado el párroco Rolando Martínez Lara, en la iglesia de Santa María de Guadalupe, Canalejas, Estado de México.

El cura José Ascensión Acuña Osorio fue secuestrado el 21 de septiembre de Santa Cruz Tinajas, Guerrero. Su cadáver fue encontrado días después.