David Martínez
El inicio de año ha sido complicado, por el cambio en la presidencia de los Estados Unidos. La agenda del presidente Trump viene acompañada de un discurso de fuerza, de ejercer el poder y defender lo que él considera que son los intereses de los Estados Unidos. Y eso ha generado múltiples debates, pero hay dos fenómenos que no se han mencionado lo suficiente y que vale la pena comentar.
- Guerra comercial Mundial Trump lleva en su agenda a la seguridad nacional como el principio rector. Pero no es el único factor: China lanzó un estímulo fiscal y monetario para impulsar el consumo y la inversión, pero su sector manufacturero fuerte sigue siendo central en su estrategia económica. Estas dos visiones ocasionan distorsiones en el comercio y la inversión internacionales, que se ven enfrentados a la realidad de la disputa entre ambas naciones. Aunque se prevé que el comercio mundial crezca en 2025, la globalización sigue amenazada, ya que la competencia geopolítica impulsa la fragmentación de los sistemas financieros y las cadenas de suministro, complicando las decisiones tecnológicas. La competencia geopolítica y los cálculos de seguridad nacional llevarán las políticas industriales a más rincones de la economía global en 2025, no solo en tecnologías estratégicas y sensibles, sino también cada vez más en las infraestructuras y servicios de la vida cotidiana, a medida que estos se digitalizan. El riesgo es que la revisión de las opciones tecnológicas deberá hacerse a través de un lente geopolítica. Esto significa comprender las cadenas de suministro en términos de sus exposiciones geopolíticas actuales y futuras, no solo sus riesgos operativos, regulatorios o de integridad. La pregunta es dónde están las líneas rojas. La competencia geopolítica transmite todo el tiempo líneas rojas a nivel global. ¿En qué punto una guerra comercial puede derivar en algo más? El gran juego, ahora mismo, está en la cancha de la diplomacia global. Incluso, los recientes acontecimientos en torno a la defensa europea, la retirada de los Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, la diplomacia se está convirtiendo en una cuestión de interpretación y especulación. De momento, se están tomando medidas de escalada calibradas para detenerse justo antes de cruzar líneas peligrosas para la seguridad mundial, pero lo cierto es que las relaciones internacionales son cada vez más inciertas y cambiantes, una receta clásica para errores de cálculo. Los conflictos regionales están cada vez más entrelazados a través de coaliciones geopolíticas: al igual que sucedió antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, corremos el riesgo de desencadenar una reacción en otra.
- Las tecnologías y su geografía. El lanzamiento de DeepSeek ha sido disruptivo en el mundo de lo tecnológico. La verdadera razón del pánico mundial en el sector se atribuye al hecho de que la aplicación china dispone de dos grandes virtudes que son una fortaleza en comparación a lo ya existente: un código abierto y un costo más bajo que Open AI. Este último punto, que ha pasado desapercibido en muchos debates, habla de que Occidente está acostumbrado a dictar las normas en el sector tecnológico. China empieza a disputar los sistemas tecnológicos. Concentrar servicios y capacidades en unos pocos proveedores aumenta la amenaza de riesgos sistémicos y disrupciones globales. La proliferación de dispositivos conectados y autónomos en infraestructuras críticas y productos de consumo creará nuevas vulnerabilidades para ciberataques disruptivos. Y este es uno de los principales riesgos para las organizaciones en 2025. Un ataque deliberado y malicioso, en el contexto geopolítico actual, podría ser catastrófico. El modelo tradicional de control operativo está quedando rápidamente obsoleto, reemplazado por una necesidad urgente de adaptabilidad, innovación y resiliencia frente a una disrupción implacable.