Este viernes, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, compartió el pan y la sal con los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por la mañana, tuvieron un desayuno en el que se expresaron su “pleno respeto a la división de poderes”.
No obstante, la doble moral disfrazada de “reconciliación” de López Obrador quedó evidenciada, pues en los últimos meses el “mesías tropical” profirió varios insultos dirigidos a los magistrados.
El pasado mes de febrero, cuando aún era candidato presidencial, durante un evento de campaña, AMLO denostó a los jueces de la máxima Corte al afirmar que “están maiceados” y que “son alcahuetes” porque reciben “línea” de la “mafia del poder”.
Entonces, también afirmó que los ministros “no desquitan su salario” y prometió bajarles el sueldo como parte de su plan de cortar el “copete” de privilegios a altos funcionarios, porque, según su percepción maniquea, “no han hecho nada en favor del pueblo”.
“¿Saben de algo que hayan hecho los de la Suprema Corte en beneficio de México, se han enterado de algo que hayan resuelto a favor del pueblo? Nada, respondió”, aseguró ante sus simpatizantes durante un mitin celebrado en Atlacomulco, Estado de México.
Resultó irónico que con dichos insultos, aunque de manera involuntaria -y resultado de su torpeza-, el “líder mesiánico” también agravió a Olga Sánchez Cordero, quien fue ministra de La Corte de 1995 a 2015 y ahora es nominada para ocupar la titularidad de la Secretaría de Gobernación durante su sexenio.
