Al final, Donald Trump se salió con la suya y México sí construyó un muro para contener a los migrantes centroamericanos, gracias a la política desplegada en la materia por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El muro fue construido mediante la militarización de la política migratoria, que incluyó el despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional para sellar la frontera sur y frenar las caravanas de migrantes provenientes de Centroamérica que intentan llegar a Estados Unidos.
La Guardia Nacional, que se supone fue creada para enfrentar a la delincuencia organizada, ha sido utilizada como una especie de Border Patrol mexicana, como parte de un acuerdo entre los gobiernos de México y de Estados Unidos, suscrito luego de las amenazas de Trump de imponer aranceles a productos mexicanos.
El nuevo cuerpo de seguridad, integrado fundamentalmente por elementos de la Policía Militar y de la Policía Naval, ha llegado al extremo de detener a migrantes cuando intentaban cruzar la frontera norte para ingresar a Estados Unidos, como lo documentó en julio de 2019 la fotoperiodista Hérika Martínez.
El 21 de ese mes, elementos de la Guardia Nacional detuvieron a dos mujeres y una niña de nacionalidad nicaragüense que intentaban cruzar el Río Bravo. Además de ser violatorio de los derechos humanos es absurdo, pues estas personas fueron detenidas no por querer ingresar ilegalmente a nuestro país sino por querer salir de él.
La política migratoria de López Obrador pone en evidencia su doble discurso. Cuando estaba en campaña criticaba la “represión” contra los migrantes y los invitaba a venir a nuestro país, en donde, cuando él llegara a la Presidencia, les daría empleo.
Y apenas llegó al cargo, lo primero que hizo fue aplicar una política absolutamente represiva y ya no solo con los tradicionales agentes del Instituto Nacional de Migración, sino con militares, lo que ningún otro gobierno había hecho.
Actualmente, los delegados del INM en 18 estados de la República son militares de alto rango, lo que confirma que el gobierno de López Obrador aborda el fenómeno migratorio con un enfoque de seguridad y defensa de la soberanía y no como un asunto de humanidad y derechos humanos.
Esa política represiva llevó a la renuncia del primer comisionado del INM, Tonatiuh Guillén, quien se separó del cargo el 15 de junio del 2019, una semana después del vergonzoso acuerdo celebrado entre México y Estados Unidos que derivó en el amplio despliegue militar para contener a los migrantes.
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Pero no todos en la 4-T están de acuerdo con la política migratoria de López Obrador. El pasado 1 de diciembre, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y un sinfín de organizaciones sociales rechazaron las “decisiones tendentes a militarizar el Instituto Nacional de Migración”.
En un comunicado conjunto, la CNDH y organizaciones entre las que se encuentran diversas casas de apoyo y refugio de migrantes, manifestaron su preocupación “por las diversas violaciones a derechos humanos de las que son objeto un gran número de migrantes en nuestro país”.
Pero Donald Trump debe estar contento. En unas cuantas semanas dejará la Presidencia de Estados Unidos pero se irá satisfecho de haber logrado –gracias a la docilidad de López Obrador— que México construyera y financiara un muro de contención para los migrantes.
OFF THE RECORD
**¿LOS CHAMAQUEÓ LA PRIMA?
Ahora resulta que Felipa Guadalupe Obrador Olán, prima hermana de ya saben quién, se chamaqueó a los funcionarios de Pemex.
Según el presidente, su prima hizo trampa y escondió su identidad en otras empresas para así acceder a los contrarios millonarios de la paraestatal.
¿No alcanzó un ejemplar de la famosa Guía Etica para enviárselo a la prima?
**CAMBIO DE FLORERO
La llegada de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía por decisión del presidente López Obrador solo representa un cambio de florero.
Graciela Márquez no hacía gran cosa ahí. Y Tatiana seguramente tampoco, porque de economía sabe lo mismo que de ingeniería: nada.
Corre: [email protected]
Twitter: @pepecontreras_m
