DE ALIANZAS, CONTRATOS, PACTOS O ACUERDOS

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Foto: La Otra Opinión

Las asociaciones tienen como objetivo fundamental fortalecer a las partes que las componen, para lograr los fines que persiguen.

Las fórmulas de vinculación varían: las alianzas, los pactos, los acuerdos, los tratados o los contratos o convenios, dan cuenta de manera tácita o explícita de la relacionalidad que surge, de los alcances y límites, de las obligaciones, compromisos o responsabilidades que se adquieren.

Muestran estos mecanismos las fortalezas o debilidades de las partes y el todo, establecen la racionalidad entre fines y medios. La proporcionalidad de los beneficios y los costos varían con los resultados, aunque se espera una fórmula de ganar-ganar, que nadie pierda y que todos obtengan el resultado favorable o deseado. Ya sea en mejor convivencia social, beneficios económicos, reparto de influencias, éxitos en la conquista o fortaleza ante adversarios o enemigos, el origen de estas asociaciones es obtener algo que solos podrían no lograr o costarle más, es en última instancia una forma de mayor y mejor poder.

Son múltiples los objetos y los campos donde ocurren estos tratos, son cotidianos, que muchas veces no se perciben, su aquiescencia puede ser un gesto simple, como ceder el paso, asentir con un gesto o hacer un guiño, hasta la compleja negociación de un tratado.

Hay un principio básico, expresado en la fórmula latina: pacta sunt servanda, que lo acordado debe ser cumplido, alcanza al derecho y a la vida misma, puede expresar el honor de la palabra o el horror de su incumplimiento. Si bien existe la máxima: Rebus sic stantibus que señala que mientras continúen así las cosas, el acuerdo sigue, pero que podría modificarse si las condiciones o circunstancias en que se hizo el acuerdo pactado cambian.

Cuando se han escrito las cláusulas acordadas se pueden verificar los elementos anotados, cuando se han hecho de palabra, y no hay suficiente claridad, pueden haber interpretaciones que lleven a los antagonismos entre las partes, es el tiempo de nuevas negociaciones, en donde la discrepancia puede generar pérdidas o conflictos variados.

Si enfocamos la vida política nacional para 2024 cuando se eligen 3,528 puestos de elección popular, desde la presidencia de la República hasta gobernadores, senadores, diputados federales y locales y presidentes municipales, tendremos muchos elementos de negociación, de discusiones y búsqueda de acuerdos.

La política estará presente en todo su esplendor, todas las capacidades de los actores entran en juego, con el fin de obtener los beneficios esperados. Necesidades, intereses o deseos confluyen en la pasión del poder.

El gatopardismo avanza en medio de una ley electoral violentada, en donde el ropaje de las Alianzas o Frentes interpartidarios, busca presentar su mejor carta, donde se conjugan estas pasiones individuales que, tarde que temprano, habrán de encontrar en el ciudadano la sanción votada.

Ahí se premia o castiga al participante y a todo lo que representa, sea simbólico, imaginario o real. Será la expresión deseada de una fiesta democrática.

Es de esperar que los pactos en lo oscuro no se vean a primera vista, que quienes buscan un rio revuelto para obtener ganancias hagan de las suyas, que los acuerdos aviesos no logren ensuciar la pulcritud necesaria de un proceso electoral complejo, que la ley predomine, para que la nación se beneficie con su elección. Veremos cómo juegan estos actores políticos, autoridades, partidos, aspirantes, candidatos y ciudadanos. Ronda en el ambiente que quienes sientan debilidad recurrirán a prácticas ilegales o malsanas.
Por ahora, como decía el clásico, alea jacta est, la suerte está echada.