Haruki Murakami escribió –hace algunos años– su novela 1Q84. En ella, mientras relata la historia de Tengo y Aomame, también cuenta el cuento de El Pueblo de los Gatos.
En este relato descubrimos cómo un joven que viajaba en solitario y sin destino definido, llega una mañana al Pueblo de los Gatos.
En este lugar no hay humanos, no hay nadie en las primeras horas del día, pero cuando llega el atardecer también aparecen cientos de gatos que hacen las actividades que haría cualquier persona, desde sellar papeles en una oficina como burócrata, hasta beber cerveza después del trabajo.
Resulta curioso que en los pueblos de Oaxaca ocurra algo similar. Y es que los bloqueos de la CNTE han ocasionado que la gente se vaya de ahí. Que los pueblos, principalmente los turísticos, como Huatulco, se queden vacíos –sin turistas–, sin más población que la fauna endémica.
Y es que la falta de visitantes ha ocasionado despidos masivos en hoteles y restaurantes, lo que al mismo tiempo ha producido pérdidas por 2.4 millones de pesos diarios, desde que comenzaron los bloqueos carreteros el pasado mes.
Las movilizaciones de la Coordinadora han ocasionado escasez de víveres y han puesto en riesgo la temporada vacacional en Oaxaca.
Millones de personas han sido afectadas, pero a los maestros en protesta parece no importarles.
En el cuento de El Pueblo de los Gatos, no hay humanos porque los gatos lo quieren así…
En los pueblos de Oaxaca… ¿Será que no hay turismo porque es la voluntad de la CNTE? ¿Hasta cuándo se va a poner fin a la situación? ¿Hasta cuándo alguien va a actuar?
¿Hasta que lugares como Huatulco o Puerto Escondido se queden vacíos y no haya más almas que las de los gatos, los perros o cualquier otra manada animal?