¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE QUERER SER MADRE O QUERER TENER UN HIJO?

DRA. MARÍA ELENA

A lo largo del tiempo la definición de lo que es ser mujer se ha transformado y esto también ha provocado cambios en su rol como madre.

En los tiempos prehispánicos la Tonantzin”, diosa que se relacionaban con la tierra y la fertilidad, representaba a la figura de la madre y simbolizaba la fertilidad, la comprensión y el amor fraterno, dentro del inconsciente colectivo.

Tiempo después, con la revolución sexual, el uso de anticonceptivos, la liberación femenina, el desarrollo intelectual y laboral de la mujer vinieron a transformar el concepto de ser mujer incluido el rol de dadora de vida.

En la actualidad, son diversas las áreas en que la mujer busca un desarrollo pleno antes de pensar en la maternidad. Entre otros destacan el aspecto profesional, una posición económica desahogada, un empleo estable, el haber viajado y una relación de pareja satisfactoria o incluso, la posibilidad de ser madre sin tener una pareja.

Frente a todos estos aspectos, un cuestionamiento que resulta esencial es: ¿quiero ser madre o sólo quiero tener un hijo? ¿Cuál es la diferencia?

En el deseo de ser madre entra implícito el de poder ejercer la “función de madre”. En dicha función se incluyen no sólo el proporcionarle al bebé los cuidados básicos necesarios como el de ser alimentado, cobijado y mantenerlo cómodo, para su sobrevivencia sino además; el estar consciente del papel que como madre tiene en el desarrollo emocional y mental de su bebé.

Las funciones maternas primordiales son tres (Winnicott 1971): el sostenimiento —holding—-. Después del nacimiento la relación que el bebé tiene con su madre es de dependencia total de los cuidados de esta. Por su parte, la madre mantendrá una relación fusionada ahora entre dos cuerpos y una mente construida en dualidad; la mente de la madre y la mente en formación del hijo.

De esa manera, mediante los contactos corporales con el bebé, los cuidados, las caricias, las miradas, el sostenerlo en brazos al bebé; la madre establece una relación tan estrecha con su hijo que es capaz de poder distinguir cuando su bebé llora por hambre, por frío , o porque necesita que le cambien el pañal.

Posteriormente viene la función de la manipulación o manejo —handing—-. Para lograr un adecuado desarrollo emocional del hijo, la relación funcional cuerpo a cuerpo entre madre e hijo, es necesario disolverla . Es entonces cuando el padre entra en acción para apoyar y favorecer la separación progresiva entre madre e hijo cuya mirada ya no se centra sólo en la madre, sino que va descubriendo el mundo que lo rodea además de ir tomando conciencia de su cuerpo.

La tercer función es la denominada presencia objetal —objet-presenting—, en donde el menor inicia a establecer relaciones con el mundo exterior que le permite tener un juguete preferido, mostrar preferencia por alguno de los padres y familiares en general, además de mostrar más definidamente sus gustos por ciertos alimentos y juegos.

En conclusión, la función de ser madre consiste en que la mujer que decide tener un hijo se enfrenta a la gran tarea de cimentar de manera armoniosa la unidad que formará con su hijo durante el embarazo —-en donde los dos son uno mismo—; para después del nacimiento poder disolver esta unidad y convertirse en dos personas separadas y distintas.

Estar preparada para ser madre tiene que ver con los alcances que cada mujer quiera tener en el aspecto económico, profesional, pero sobre todo; con los psicológicos en donde la mujer necesita de una gran fortaleza psíquica para poder asumir que las madres están ahí para ser abandonadas.

Por su parte, el tener un hijo tiene que ver en no involucrarse en su cuidado, en la fusión y luego en la separación sino prácticamente solo ser proveedora de las necesidades materiales pero su cuidado queda a cargo de un tercero como puede ser la guardería, un familiar o una nana.

Ser madre o tener un hijo, esa es la cuestión.