Cárteles de las drogas arrebatan inocencia a infantes de entre 12 y 15 años

De acuerdo con un reciente estudio, hay varios motivos por los que los grupos del crimen organizado reclutan a menores de edad

Foto: Voz universitaria

Hay varios motivos por los que los grupos del crimen organizado reclutan a menores de edad. La falta de apego, la desintegración familiar y la impunidad son algunas de las razones principales.

A los 13 años, Eduardo fue reclutado como halcón por el Cártel del Noroeste; a los 15, lo ascendieron a vendedor de droga, después jefe de halcones y dos meses más tarde le pidió a su comandante ascenderlo a sicario. 

El grupo de Eduardo era conocido como la Tropa del infierno, ahí lo adiestraron: le enseñaron a armar, desarmar y atacar contra reloj; la adrenalina de los enfrentamientos contra cárteles enemigos o policías lo hacían sentir en una película de acción. 

Reinserta, una organización sin fines de lucro que busca “romper los círculos de delincuencia para mejorar la seguridad del país”, presentaron un estudio titulado Niñas, Niños y Adolescentes Reclutados por la Delincuencia Organizada.

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El estudio —basado en 67 testimonios de niños, niñas y adolescentes reclutados por el narco— busca retratar la realidad más cruda del mundo del hampa y de esta forma integrar una estrategia que abone a cambiar el rumbo de cientos de infantes y adolescentes cuyo camino hoy está determinado por el crimen organizado.

En su última columna, el periodista Héctor de Mauleón publicó como adelanto algunos fragmentos de las entrevistas que se realizaron a niños de entre 9 y 11 años en internamientos ubicados Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Estado de México, Guerrero, Quintana Roo y Oaxaca.

Se trata de un trabajo que “hace estallar entornos de abandono, negligencia, pobreza, desigualdad, violencia familiar y ausencia de figuras paternas. Todo esto acompañado por ausencia del Estado y la complicidad de policías y militares. Tal vez 30,000 niños mexicanos están haciendo hoy labores para el crimen organizado”, detalló el columnista.

No sólo de voz reconocen su afiliación, sus cuerpos también hablan por ellos, las siglas de los grupos están en su piel, como las del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), junto con imágenes de lágrimas y la Santa Muerte.

A los 10 años empecé a trabajar para el cártel, recibía 7 mil pesos quincenales”, narra Iván. Inició como halcón, después fue supervisor, encargado de nómina y de patrullar zonas; realizó secuestros a contrarios, y tras dos meses de entrenamiento, fue sicario.

A los 11 cometí mi primer asesinato. Era un violador, se lo merecía el bato. Tuve que hacerle de todo junto con dos sicarios más, lo torturamos refeo al güey. Mi vida cambió después de eso”.

Debido a la falta de capacidad del Sistema de Justicia para identificar casos en que los menores se encuentran involucrados en delitos de delincuencia organizada, Reinserta busca crear una estrategia integral que abone a cambiar el rumbo de miles de menores, pues la organización señala que la falta de políticas públicas para combatir el reclutamiento las niñas, niños y adolescentes sufren secuelas que van desde la privación de la libertad hasta la muerte. 

Con información de Milenio y El Universal

SG