Ataques en París; un reto al mundo entero

Otra vez una serie de ataques en París después de lo ocurrido a principios de año con Charlie Hebdo.

De nueva cuenta un ataque que –hasta el momento- se presume coordinado y planeado con la paciencia del relojero.

Otra vez un conjunto de ataques que han dejado más de un centenar de muertos en una sala de fiestas y en varios restaurantes de la capital francesa.

De nueva cuenta el terror sembrado por un grupo de fanáticos que intenta imponer sus ideas, sus dogmas; siempre a través de la violencia.

Pero no se confundan. Los ataques de las últimas horas no se tratan solo de un ataque a Paris o a Francia.

No, esos atentados son un reto, un desafío a toda Europa, al mundo entero y al estilo de vida occidental; ese en el que hemos construido democracias que garantizan las libertades básicas para millones de ciudadanos.

Es evidente que después de este mensaje -que es un mensaje de terror- los organismos internacionales como la ONU deben reaccionar; pero deben de hacerlo de manera diferente a como lo han venido haciendo.

Y es que todo parece indicar que ya no sirven los sistemas internacionales de atención a los conflictos; hay que darle vuelta a la hoja y buscar verdaderas soluciones.

Pero no sólo esos organismos deben repensar sus estrategias. También debe hacerlo el Estado francés todo.

Porque, sin duda alguna, lo que vimos la tarde de viernes fue un error de los sistemas de inteligencia en ese país. ¿Cómo es posible que nadie en el gobierno de Francia pudo preverlo?

¿De qué le sirven los millones y millones de euros que se gastan en inteligencia?

Porque la falla se torna más grave cuando en uno de los ataques –el del estadio de futbol, donde jugaban, simbólicamente, Francia contra Alemania- estaba presente el presidente Hollande y parte de su gabinete.

Nos guste o no, eso habla mal del Estado francés en su conjunto.

Y por un lado se puede hablar de la ausencia de inteligencia por parte de los franceses, pero por otro, se debe mostrar preocupación al ver lo sofisticado de los ataques, y de lo bien planeados que han sido.

Sin duda que las preguntas son muchas, y las omisiones también.

Pero no debemos olvidar que el reto es contra todo el mundo.

Y, precisamente, la respuesta debe de venir de los ciudadanos de todo el orbe, de esos que no creemos en los totalitarismos, ni en la imposición de ideas por medio del terror y la violencia.