En su más reciente gira por San Luis Potosí, el aspirante presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, indicó que en esta elección la realización de un “fraude” será difícil, ya que según datos que tiene en sus manos, la ventaja sobre sus adversarios es muy amplia.
AMLO aseguró que cuenta con 20 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor, lo cual –según dijo– equivale a diez millones de votos efectivos. Asimismo, habló sobre una supuesta división dentro de la “mafia en el poder” al decir que Carlos Salinas y Diego Fernández apoyan a Anaya, pero Vicente Fox y Felipe Calderón apoyan a Meade.
Sin embargo, al tiempo que presume su ventaja en algunas encuestas, el tabasqueño acusa una manipulación de las mediciones que disminuyen su ventaja, dice prevenirse ante una supuesta guerra sucia en su contra.
Mientras tanto AMLO por un lado dice estar confiado ante una victoria amplia de millones de votos y por el otro lado amenaza un supuesto fraude que se se está realizando. Por un lado está confiado con sus propios datos que son encuestas hechas a modo y por el otro lado rechaza las que muestran avances de sus contrincantes, ya que no acepta competencia.
¿Qué se puede esperar de AMLO si en este momento alaba a las encuestadoras que lo ponen arriba y descalifica a las que hacen su distancia menor en relación a sus contrincantes? Poco a poco, él está despertando al tigre de sus berrinches de cada seis años.