Con la excusa de que utilizando la técnica del fracking para obtener petróleo se atenta en contra de los ecosistemas, el presidente Andrés Manuel López Obrador canceló los permisos que había aprobado la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) previamente.
Sin embargo, resulta bastante ilógico que ahora sí se preocupe por el medio ambiente cuando sus dos más grandes proyectos – Tren Maya y refinería Dos Bocas – ni siquiera cuentan con los estudios de impacto ambiental y varios de los pobladores de las aldeas aledañas a estas obras se han pronunciado en contra, precisamente porque plantas, animales y sus propias comunidades se verán afectadas.
Y qué decir de la vez que Obrador aseguró que las toneladas de sargazo que llegan a las playas mexicanas no representan un verdadero problema, dejando en claro que desconoce totalmente la situación tanto de los animales de la zona, de los negocios y de las personas que tienen su fuente de trabajo justo en esos lugares.
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Si bien todos los mexicanos, y en mayor cantidad el presidente, deberíamos de preocuparnos por el bienestar ambiental, resulta contradictorio que los caprichos del tabasqueño sean validados y las propuestas de otras personas sean desestimadas.
