El siguiente decálogo resume no solo el fracaso del gobierno de López Obrador, sino que representa todo aquello que debe modificar, de inmediato, todo candidato opositor que aspire a rescatar al país de la quiebra total.
Quiebra, por ejemplo, en seguridad, corrupción, en el sistema de salud y la gobernabilidad; quiebra en el escandaloso incremento de pobres y pobreza extrema, en la militarización sin freno, en la alianza perversa del Estado con las bandas criminales y quiebra en la democracia y en la economía.
Una quiebra que, al arranque del próximo sexenio, no significará otra cosa que un país colapsado no sólo en su economía, sino en el orden constitucional y, sobre todo, en todo aquello que impacta a la sociedad.
Decálogo vergonzante de la “transformación”, pero reto titánico para todo opositor, como lo será la señora Xóchitl Gálvez.
Por eso no debemos olvidar el significado del fracaso en los siguientes diez puntos de lo que hemos llamado: “El decálogo de la vergüenza”.
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1.- Sin duda que la primera tarea es contener y revertir la inseguridad y la violencia; “herencia maldita” del “obradorato” que, al final del sexenio, arrojará que en solo seis años habrán perdido la vida casi 200 mil mexicanos; la mayor mortandad en la historia y tragedia peor que el de no pocas guerras.
Eso sin contar con casi 70 mil desaparecidos; miles de feminicidios, masacres, y asesinato de decenas de políticos y periodistas.
2.- La corrupción, el saqueo de bienes públicos y hasta el despojo del dinero de instituciones como el Poder Judicial –por parte del gobierno–, es otro de los grandes escándalos de la gestión de AMLO y otro reto formidable para una eventual presidenta opositora.
Y el tamaño de la corrupción, saqueo y despojo lo vimos apenas en días pasados, cuando por orden de Palacio se reservó por 5 años la información patrimonial de una treintena de altos mandos militares que trabajaron en el AIFA. Se trata de una confesión pública del tamaño de la corrupción.
Claro, sin contar con pillos insaciables como la señora Ana Gabriela Guevara –epítome de la ratería oficial–, quien estaría en prisión en toda democracia que se respete; además del despojo de los fideicomisos del Poder Judicial, ordenado desde Palacio.
3.- Otra prioridad es la reconstrucción del quebrantado sistema de salud pública, que ha dejado sin atención médica y sin medicamentos a 50 millones de mexicanos, quienes sólo tienen la medicina privada para recuperar su salud.
En realidad, la depredación del sector no es más que la privatización de la salud, ya que los ciudadanos no tienen más alternativa que los consultorios de farmacia, en donde muchos se atienden por pocos pesos, mientras que el IMSS, el ISSSTE y la SSA han muerto; sin atención médica ni medicamentos.
4.- La violencia generalizada ha repercutido en la debilidad económica, el cierre de empresas, el alza del desempleo y, al final, en el crecimiento de la pobreza y los pobres extremos. Contrario a la promesa de campaña de priorizar a los pobres, hoy más mexicanos han caído en el rango de pobreza y pobreza extrema y no hay indicio de que esa situación pueda cambiar.
5.- El de la ingobernabilidad es uno de los problemas más graves y de mayor impacto en la sociedad. Se entiende como “ingobernabilidad” a la ausencia de las instituciones del Estado y, por tanto, el incumplimiento de las obligaciones básicas, como seguridad, salud, educación y bienestar.
Hoy los ciudadanos estamos más solos que nunca y las instituciones del Estado mexicano más debilitadas, al extremo de que no existen.
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6.- Una alianza perversa que debe terminar de inmediato es la pactada entre el Estado mexicano, el gobierno de AMLO, y las bandas criminales, al extremo de que hoy el cien por ciento del territorio nacional está en manos de las mafias; mientras que los cárteles han impuesto los llamados “narco-alcaldes”, “narco-gobernadores” y al “narco-presidente”, además de que el ejército de empleados del crimen organizado se moviliza con fines electorales.
7.- Y mientras que los grupos criminales se apoderan del país, los militares, marinos y guardias nacionales pelean por los negocios y la corrupción a la que los invitó el presidente.
Y es que la militarización a ultranza no sirve para defender a los ciudadanos sino para corromper a las fuerzas castrenses, que servirán para el intento de Golpe de Estado de AMLO.
8.- Otra promesa de campaña incumplida es el endeudamiento del país, que llegó a niveles históricos y significa hipotecar el futuro de los mexicanos por los próximos cien años, mientras que el dinero público es saqueado con el aval de Palacio.
9.- Y la escandalosa deuda pública contrasta con el fracaso económico de Obrador, quien prometió un crecimiento de entre 4 y 6 por ciento del PIB, pero no logró pasar del mediocre cero por ciento, lo que significa que la deuda pública será impagable, que no habrá más empleo y tampoco menos pobres.
10.- Y el decálogo termina con el colapso de la joven democracia mexicana, ya que el propio presidente se encargó de destruir las instituciones electorales, la división de poderes y de violentar a diario la Constitución.
En pocas palabras, López Obrador pasará a la historia no sólo como el peor presidente, sino como el responsable de la mayor destrucción del país.
Al tiempo.