AMLO, AMIGO DE DICTADORES

Vaya sainete el que se armó por el empecinamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador de avalar la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua

Vaya sainete el que se armó por el empecinamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador de avalar la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua con el envío de un representante a su quinta toma de posesión.

Originalmente el representante del Estado Mexicano en la ceremonia sería Martín Borrego, director para América del Sur de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Sin embargo, en una decisión de último momento, el titular de la SRE, Marcelo Ebrard, decidió cancelar la asistencia de Borrero a la toma de posesión de Ortega ante las críticas en el sentido de que nuestro país estaba a punto de avalar un nuevo mandato dentro de la dictadura de Nicaragua.

Esta decisión, que fue aplaudida por analistas políticos, no le gustó al presidente López Obrador, quien ordenó rectificar y que México sí estuviera presente en la toma de posesión de Ortega a través del encargado de negocios en la embajada mexicana, Ramiro Ayala.

Ayer, Daniel Ortega inició el que será su cuarto mandato consecutivo como presidente de Nicaragua, por lo que, al finalizar el quinquenio, en el 2027, cumplirá 20 años ininterrumpidos en el poder.

Ortega no ha durado tantos años gracias al apoyo popular, sino a las miles de artimañas a que ha recurrido a partir del 2007 para reelegirse hasta por cuatro ocasiones, en dos de las cuales –las más recientes—acompañado por su esposa Rosario Murillo en el cargo de vicepresidenta.

Para perpetuarse en el poder, Ortega ha recurrido a reprimido a sus opositores, al grado de que para amarrar su cuarta reelección, concretada en los comicios del pasado mes de noviembre, metió a la cárcel a todos sus competidores. 

Ortega también ha reprimido violentamente las protestas sociales, como hizo con las registradas entre 2018 y 2019, con un saldo de 328 muertos, tres desaparecidos y 130 encarcelados.

Esta es la dictadura que el Estado Mexicano avaló gracias a la necedad del presidente López Obrador de enviar un representante a la toma de posesión del ex comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Daniel Ortega.

De esta forma, López Obrador confirmó su proclividad a ser amigo de los dictadores de América Latina y del Caribe, y colocó a México al nivel de regímenes dictatoriales como los de Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Vietnam y Turquía.

Recientemente López Obrador dio otra muestra de la gran simpatía que siente hacia las tiranías, al hacer que la Cofepris aprobara el uso de emergencia de la vacuna cubana Abdala, a pesar de que no ha sido aprobada por la Organización Mundial de la Salud debido a que no tiene estudios de Fase 3.

Con esta decisión, López Obrador le hizo un favor más al dictador de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a quien el pasado 16 de septiembre distinguió con la calidad de invitado de honor al desfile militar conmemorativo del aniversario de la Independencia Nacional.

Que a nadie le extrañe que muchas de las vacunas de refuerzo que se aplicarán a la población en los próximos meses provengan de lotes de Abdala compradas a Cuba, para allegarle divisas al gobierno de la isla. 

Nos saldrá caro el hecho de que nuestro presidente se empecine tanto en ser amigo de los dictadores. 

OFF THE RECORD

**EL “CUAU”, ENREDADO

La fotografía en donde el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, aparece acompañado de tres capos de la delincuencia organizada fue tomada en la iglesia de La Asunción, ubicada en el municipio de Yautepec.

Aún en el supuesto de que Cuauhtémoc no sabía quiénes eran los que le pidieron posar para la foto, no se entiende cómo es que el gobernador de un estado asistió a una iglesia en la que tuvo interlocución con tres personas buscada por la justicia.

¿Su equipo de seguridad no sabía con quiénes se estaba retratando?

**COCHINERO EN OAXACA

El alcalde saliente de la ciudad de Oaxaca, Oswaldo García Jarquín, dejó literalmente un cochinero debido a que el servicio de recolección de basura fue suspendido días antes del fin de su mandato por problemas administrativos.

Así terminó la gestión del morenista, caracterizada por la corrupción y la ineficiencia.

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