Xavier Velasco publicó en 2012 la novela basada en su adolescencia, La Edad de la Punzada, donde cuenta la historia de un adolescente consentido –Xavier–, de 14 años de edad que cierto día se convierte en el peor alumno de su escuela, en toda la historia, y es que reprueba todas las materias pero además es todo un rufián que se declara en contra de la autoridad.
La novela relata cómo el muchacho insolente va creciendo y se va haciendo de amigos que cualquier padre podría clasificar como malas influencias; sin embargo, la madre de Xavier considera que en ese núcleo el malinfluyente es su hijo.
De este modo seremos testigos de todos los errores que comete el personaje principal que va en camino a convertirse en un bueno para nada hasta que su vida da un giro radical, pues perderá todos sus bienes debido a un error de su padre y deberá volver a empezar en compañía de su familia.
Es decir, Xavier tendrá una nueva oportunidad para hacer las cosas, si no mejor, por lo menos no tan mal como las hacía antes.
Resulta curioso como esta historia es un vivo reflejo de lo que nos ocurre a muchos seres humanos; es decir, nos equivocamos una y otra vez, sobre todo en la adolescencia, pues es la etapa cuando poco importa realmente.
En Oaxaca ese fenómeno común se vio replicado cuando un grupo de jóvenes estudiantes de la escuela Normal Rural “Jacinto Canek” tomó dos camiones, los atravesó sobre una entrada de la carretera de cuota San Cristóbal – Tuxtla Gutiérrez, y los incendió con gasolina.
Cabe agregar que en este caso los normalistas no eran adolescentes; sin embargo el acto que cometieron nos hace creer lo contrario, y es que… ¿Por qué razón si no es inmadurez, oculta en la falsa “rebeldía”, un grupo de jóvenes realizaría semejantes actos vandálicos?
Las razones de los muchachos son las mismas que han dado otros estudiantes de normales en Michoacán y Oaxaca: garantía de plazas en escuelas al terminar sus estudios.
En la novela de Xavier Velasco, La Edad de la Punzada, el protagonista de la historia reprueba el curso escolar y es expulsado del colegio debido a su mal comportamiento, aunado a sus malas calificaciones y a que estuvo recluido algunas horas en el Consejo Tutelar de Menores.
En el caso de los normalistas de Chiapas, Michoacán y Oaxaca, cabría agregar que sus actos podrían valer las mismas consecuencias que al personaje de la novela, pues incendiaron propiedad ajena, se manifestaron violentamente en una carretera, y además faltaron a clases.
Sin embargo, es bien sabido que no recibirán ninguna sanción académica por su comportamiento, motivo por el cual siguen cometiendo una y otra vez el mismo error de protestar con gasolina y cerillos, ¿o no?
