AGRESIÓN Y JUSTICIA POR PROPIA MANO

En las últimas semanas se hicieron virales diversos videos en donde las víctimas de asalto se convirtieron en victimarios no sólo frustrando el asalto sino propinándoles una golpiza a los delincuentes. Tales fueron los casos del intento de asalto a los pasajeros de una combi en Texcoco, o el que pretendió asaltar a los comensales de un puesto de quesadillas, o a los que pretendían asaltar a los comerciantes del mercado de plantas en la alcaldía de Xochimilco.

Pero, ¿qué es lo que hace que un grupo de ciudadanos se conviertan en verdugos y den rienda suelta a la agresión que llevan dentro?

Según diferentes autores, los afectos a partir de los cuales se conforma la vida psíquica del ser humano son el amor y el odio. Tanto el amor como el odio implican agresión.

Una de las primeras manifestación de agresión no intencionada que tiene el ser humano, es el momento en que el recién nacido se prende al pecho de la madre con la intención de satisfacer el hambre. Sin embargo ante la ansiedad por satisfacer de manera inmediata su hambre —voracidad—, el bebé puede llegar a apretar de tal manera el pecho de la madre que le provoca daño.

El niño lo que busca es la gratificación de una necesidad que lo lleve a sentir la paz y la tranquilidad. Pero al buscar la gratificación también daña —sin tener la intención de dañar—, aquello que ama como puede ser al pecho de la madre que le proporciona la leche.

Conforme el niño crece y va alcanzando un desarrollo psíquico adecuado, va a estar en la posibilidad de establecer una negociación con la necesidad de satisfacer sus deseos —impulsos—, y la posibilidad de no producir demasiado daño. Esta negociación en donde alcanza sólo una parte de gratificación, le va a producir cierta frustración —debido a la parte del deseo no satisfecha—-que va a volcar hacía fuera en forma de agresión.

El miedo, la frustración o la desesperanza influyen en la generación de agresividad. De manera particular, la desesperanza y la frustración alejan el sentimiento de culpa por la agresión y se alienta para considerarse un mecanismo de defensa.

La agresión se vuelve patológica cuando la destrucción del otro se vuelve el fin único en la vida de la persona o cuando se busca hacer sufrir al otro lo que le produce placer.

En la actualidad, son muchas las frustraciones que ha generado la pandemia, además de los problemas económicos, el desempleo y la inseguridad que se viven en nuestro país.

El no contar con acciones gubernamentales para enfrentar dichas crisis, pueden generar en sus habitantes frustración y desesperanza que de paso a las expresiones de agresión.

En los videos de los asaltos se podían escuchar voces opuestas; mientras que algunas personas motivaban a los victimarios para que siguieran golpeando a los asaltantes, otras se inclinaban por la petición de que ya los dejaran ir.

En la justicia por propia mano, el sentimiento de la orda enfurecida es la de tener el derecho de impedir y castigar al agresor en donde la culpa en ningún momento se hace presente. ¿Será esto un derecho del ser humano o será que como sociedad ante la frustración y la desesperanza nos estamos enfermando?

La pregunta queda abierta.