El nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, despegó en su carrera política en el PRI a la sombra de Roberto Madrazo Pintado, quien lo hizo coordinador de campaña de quien sería su sucesor en como gobernador de Tabasco, Manuel Andrade Díaz.
Esa elección del 15 de octubre del 2000 en la que se impuso el “Gordo Andrade” fue tan sucia, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la anuló.
En la sentencia del TEPJF quedó asentado que durante dicho proceso electoral hubo “intimidaciones, prohibiciones, vetos, inequidades, desinformación y violencia” por parte del PRI.
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Al resolver las impugnaciones presentadas por el PRD y el PAN, el TEPJF determinó que durante el proceso hubo “un sinfín de irregularidades graves” como “apertura ilegal de mil 338 paquetes en nueve distritos electorales, falta de equidad en la televisión estatal, quema de boletas en dos distritos y la compra masiva del voto ciudadano”, entre otras.
Tras la jornada electoral, Manuel Andrade fue declarado ganador con una diferencia de solo 1.18 por ciento respecto al candidato del PRD, César Raúl Ojeda Zubieta, quien había sido candidato con la bendición de Andrés Manuel López Obrador.
El TEPJF consideró que hubo una concatenación de parte del gobierno estatal, del PRI, de los medios de comunicación y de los órganos electorales locales para dejar pasar todas las irregularidades y entregar a Manuel Andrade la constancia de mayoría.
En todo este cochinero que fue la elección del 2000 jugó un papel preponderante Adán Augusto López Hernández, quien durante años había hecho suficientes méritos en el PRI como para que el entonces poderoso gobernador Roberto Madrazo lo pusiera al frente de la campaña.
Unos años después López Hernández renunció al PRI y fue recibido en el PRD por su amigo de la infancia y entonces líder moral de ese partido, Andrés Manuel López Obrador, a cuya sombra se movió a partir de ese momento hasta llegar a donde ahora está.
