Poco a poco en nuestro país avanzó el mundo al revés sin que nadie hiciera nada por detenerlo, y así las cosas se transformaron hasta que el poder quedó en manos de quienes tenían las actividades menos sustantivas.
Uno de los grandes ejemplos sobre esto es la Universidad Autónoma Metropolitana, cuya visión señala que busca “consolidarse como institución académica de clase internacional comprometida con el desarrollo humano equitativo y sostenible, con la eficiencia y competitividad de una organización privada de alto rendimiento”.
Y se subraya académica porque finalmente las decisiones contractuales de esta casa de estudios las toman principalmente los administrativos, que equivalen al 63 por ciento del personal de la UAM.
De acuerdo con información de la Universidad, en 2017 había 5 mil 234 administrativos y 3 mil 72 académicos, pero cuando nació, en 1974, tenía 600 académicos y 668 administrativos.
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Pero quizá el mayor problema no es el hecho de que se privilegia el trabajo administrativo por encima del académico, sino que el SITUAM, que es el sindicato que mantiene la huelga desde el 1 de febrero, está conformado principalmente por académicos, quienes de acuerdo con algunos docentes los mayoritean.
Muchos de ellos están realmente preocupados por la posible pérdida del trimestre, ya que todo parece indicar que el sindicato quiere romper el récord de la huelga pasada.
El semestre se pierde después de 67 días sin clases y estamos a punto de esa fecha fatal; de cualquier forma, aunque se hagan ajustes como sucedió en la huelga pasada, lo que se quitan son los períodos intertrimestrales, que significa una pesada carga para alumnos y maestros, quienes llegan a la normalidad hasta después de tres años.
Tanto alumnos como maestros han mostrado su inconformidad con esta huelga, que además de alguna forma ha provocado una paradoja, ya que confronta a los administrativos de la UAM, con también trabajadores, que son los profesores con doctorado.
Es así que el trabajo de un jefe de departamento (al que el sindicato denomina de “confianza”) trabajan más horas de la jornada oficial, ya que realizan actividades sustantivas (que son docencia, investigación y difusión de la cultura) y por ello reciben un complemento a su salario base.
Y los administrativos piden a los jefes de departamento que se bajen el sueldo, lo cual de acuerdo con los profesores es como pedirle a un señor de intendencia que limpie un edificio completo.
En esta huelga no sólo deja sin futuro a los alumnos, sino que además se alejan cada vez más de la función social que tiene esta casa de estudios.
La comunidad académica invita el próximo jueves 4 de abril a las 12 horas a una manifestación en “defensa de la UAM”, frente al Palacio de Bellas Artes. Ellos son ellos los únicos que pueden cuidar el destino de esta casa de estudios, sobre todo ahora que se crearán 100 universidades y que tendrán que defender su presupuesto.
1984 en el Senado
La 4T avanza a pasos agigantados hacia el clima dictatorial descrito por George Orwell en su novela 1984. Su más reciente aportación ocurrió ayer en el Senado de la República, donde la Comisión de Energía utilizó el doble pensar en el caso de los reciclados candidatos a ganarse una lana en la Comisión de Reguladora de Energía, que terminará convertida en un adorno para avalar a la secretaria Nahle.
Resulta que cambió el término “idoneidad” por el de “elegibilidad” para que los enviados del Presidente sean nombrados en la CRE aunque no sean idóneos. Los senadores morenistas aplican el término “negro blanco” del doble pensar: afirman que lo que antes rechazaron ahora es bueno porque así se los manda su líder. ¿Así o más claro?