Este viernes, “La comandanta” Nestora Salgado salió del Penal de Tepepan después de haber permanecido dos años y medio recluida. A Nestora la acusaron de secuestro, de robo de armamento y de homicidio.
“La Comandanta” –quien también dirigía la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero–, fue absuelta por un juez local a pesar de las presuntas víctimas que la reconocieron como su secuestradora.
Al parecer, al juez de Guerrero no le importaron las víctimas. De un plumazo, absolvió a la activista y supuesta defensora de indígenas. Según el togado, no se encontraron elementos para juzgarla.
Como sabe, Nestora fue acusada de al menos 40 secuestros. Por ello fue detenida el 18 de agosto de 2013 en un mega operativo conjunto del Ejército y la Marina. Aun así –a pesar de que ella era líder del grupo de autodefensas que habría secuestrado a esas 40 personas–, las autoridades concluyeron que “no se acreditó el cuerpo del delito” pues se demostró que como miembro de la Policía Comunitaria detuvo a personas “en el marco de sus atribuciones”.
Para algunos, Nestora fue víctima del sistema, presa política y un instrumento para reprimir a los pueblos. Para otros –como organizaciones civiles y activistas en contra del secuestro–, se demostró que Nestora había privado de la la libertad a personas y que cobraba hasta 50 mil pesos por dejarlos en libertad. ¿Usted con quién está?
La liberación de Nestora Salgado abona a la incredulidad y a la crisis de imagen que atraviesan las instituciones del Estado. Y es que pareciera que la autoridad es incapaz de construir un caso sólido, pareciera que los golpes más llamativos de las fuerzas policíacas terminan –casi todos– en un gran fiasco.
Por eso preguntamos, ¿qué sigue? ¿veremos a un Estado disculpándose con una presunta secuestradora? ¿o veremos a un Estado que se equivocó y que volvió a dejar libre a una secuestradora?