EL SABER Y EL PODER

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Foto: La Otra Opinión

Son tiempos difíciles en el territorio nacional, las amenazas y riesgos, internas y externas, acosan a la sociedad y al gobierno. El poder tiene un saber que el saber no tiene, y el saber sabe lo que el poder quiere evitar.

Es necesario repensar México desde todas las trincheras, el poder nacional dividido para el análisis en diversos campos: político, económico, social y militar, así como el diplomático, medioambiental y tecnológico.

La inseguridad que prevalece afecta las posibilidades del desarrollo, altera las posibilidades de inversión extranjera directa y controla las remesas enviadas desde el exterior.

La delincuencia organizada se ha expandido en el territorio nacional. No hay municipio que no tenga la presencia sojuzgante de un cártel, grupo regional o local. No hay autoridad local que no haya sido tentada con plomo o plata por los delincuentes.

ENFRENTAR LA TERCA REALIDAD

Las fuerzas responsables del orden han sido rebasadas por la delincuencia. La impunidad se enseñorea abiertamente por la calle, se introduce a la vida privada de todos. Por ello, los delitos crecen. La tranquilidad social se ha perdido. La paz se aleja y se acercan síntomas de una guerra civil, manifiesta en Chiapas y latente en Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Zacatecas, Tabasco y otras entidades más, impulsada por la delincuencia organizada, que promueve la confrontación entre grupos de la sociedad.
El otrora discurso del odio, se encarnó en los desposeídos, asociados a la delincuencia en cada comunidad.

El saber ha estudiado y diagnosticado desde diversas instancias los diversos problemas, ha hecho suficientes propuestas para apoyar la solución de los problemas, los ha aportado de manera pública; quizás ha señalado ostensiblemente la corrupción prevaleciente o las políticas públicas limitadas, que no llevan a resolver o erradicar los problemas, dado que se señalan las fallas gubernamentales. El poder no escucha al saber, temeroso de ser señalado como parte de los problemas nacionales, de ser mostrado y descubierto como la causa de los mismos, ello evade la atención de las propuestas y juzga a quienes se atreven a compartir visiones alternas, como simples opositores a la autoridad o al gobierno. Deviene una lucha de poder entre el saber y el poder, cuando debería haber un diálogo estratégico para resolver aquello que detiene la seguridad y el desarrollo.

BARBARIE CONTRA ESTRATEGIA NACIONAL DE SEGURIDAD

Hay una especie de diálogo de sordos, en medios y redes sociales, en donde se evitan los diálogos directos, ante el supuesto temor de ser señalados directamente como responsables de los males que aquejan a la sociedad.

La lucha de las narrativas entre el poder y el saber, es una lucha abierta por el poder, para buscar la sumisión del saber. La sociedad pierde, carece de información u opta por su conveniencia, porque desea continuar recibiendo unos pesos, que anidan el temor y no avanza la solución de problemas.

Ceder ambas partes, hace ver débil a uno frente a otro y la lógica del poder termina por menospreciar el saber, por encerrarse tras las vallas, tras eventos controlados, tras la foto que disminuye la posibilidad de atender el problema en sus causas, en su evolución y desarrollo y terminan ganando aquellos que delinquen.

La Estrategia Nacional de Seguridad

La manera de atender al saber y el poder tiene que ver con una visión del mundo, con una forma de proceder, de busca de libertad y pluralidad, frente al pensamiento único; el saber coloca al objeto de interés y al método, bajo el paraguas de la verdad y, cuando no alcanza, de la objetividad; el poder procede con una narrativa que pretende tener la verdad absoluta y solo busca la sumisión, ve súbditos y no ciudadanos; cree que no piensa el ciudadano y menos aún que va en contra del interés de gobierno.

El interés nacional debe prevalecer, los recursos y elementos del poder nacional, de cada campo de expresión, deben sumarse y aprovecharse para el desarrollo con seguridad, para evitar que los riesgos y las amenazas internos y externos, deterioren el ya maltrecho estado de derecho; recuperar los valores de la democracia, o pervertir la justicia y afectar las libertades y el buen gobierno, son responsabilidad de todos, sin embargo, el peso del gobierno, del poder público como primer respondiente, es insoslayable.

El tiempo va en contra de la acción gubernamental, mientras más pasa, favorece a los delincuentes, a los verdaderos enemigos de la sociedad.

Nadie quiere que se incendie la pradera, ni que haya baños de sangre, pero sin duda urge, la contención abierta de la delincuencia, la sociedad está en estado de indefensión.
Flaquea el alimento que llega a las casas, la medicina necesaria no se consigue, la violencia criminal ataca de día o de noche, hay inseguridad laboral, incertidumbre sobre pensiones, disminuye la educación que se obtiene en escuelas, el dinero no alcanza, el robo crece, la extorsión o el derecho de piso se posesiona de lo bien habido, la defensa de derechos y libertades es socavada, pululan los sepultureros de instituciones, en fin un catálogo de malas acciones de delincuentes diversos.

LA POLÍTICA COMO ESPECTÁCULO

La política del avestruz no puede ser el modelo de gobierno, hay algo más fuera de los limbos estrechos de cada quien.

El pensamiento crítico, estratégico y complejo que guía al saber, debe encontrar la forma de orientar al poder.

Ese matrimonio de conveniencia puede ser disfuncional socialmente, sin embargo es una forma de avanzar en la unidad, con respeto lograr confianza, dialogar y observar qué sirve, qué falta y qué sobra, construir proyectos, planes y programas, llegar a la acción que resuelva los problemas de la nación.

No perdamos tiempo construyendo castillos de arena, sumemos el esfuerzo y avancemos, México y los mexicanos lo demandan.