Aristegui: ¡Tiran otra de sus mentiras!

El 14 de abril de 2014 –poco después del supuesto reportaje de Carmen Aristegui que difamaba a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre–, aquí dijimos que se trataba de otro de los deficientes trabajos periodísticos de la conductora y que, según todas las evidencias, no era más que un montaje.

Dijimos que a pesar de la mala fama del llamado Príncipe de la Basura, lo cierto es que no existía una sola prueba para incriminar al jefe del PRI en el DF en presuntos delitos de trata de personas con recursos públicos.

Por esas razones –y por los reiterados trabajos mentirosos de la conductora–, nos negamos a “comprar la carne podrida” de un muy deficiente reportaje que –en rigor–, reunía todas las características del “periodismo carroñero”, de consigna y pagado para empujar una venganza política.

Y como suele ocurrir en estos casos, se impusieron el fanatismo, la intolerancia y menudearon la mentada de madre, la amenaza de muerte y el insulto soez. Y los matones de redes sociales lanzaron a sus fieras contra el que piensa distinto y prueba el engaño.

Hoy, luego de un proceso legal de 30 meses, o casi dos años y medio, todas las instancias judiciales y electorales decretaron que no existió una sola prueba de las que presumió en su “reportaje” la señora Aristegui. Es decir, que primero la Procuraduría capitalina y luego el Instituto Electoral determinaron que “son infundadas” las acusaciones contra Gutiérrez de la Torre. Por tanto, el “reportaje” no fue más que una patraña financiada por enemigos políticos del Rey de la Basura y una venganza política a la que se prestó Aristegui. ¿Cuánto le pagaron a la señora Aristegui por esa farsa? Otra, de una larga lista.

Pero lo más curioso es que una vez que el tiempo y la justicia colocaron en su lugar a Aristegui –y que confirmaron su periodismo carroñero, de causas, a modo y de consigna–, guardan un silencio vergonzante los fanáticos que insultaron, difamaron y calumniaron a todos los que se atrevieron a disentir del engaño y la mentira de la conductora.

¿Dónde están todos aquellos cuyo único argumento fue el insulto y la difamación? ¿Qué dicen los defensores a ultranza de Aristegui, una vez que todas las instancias legales concluyeron que la conductora mintió? ¿Quién será capaz de una disculpa por la criminal difamación contra un político cuyo único delito es tener una presencia nada agraciada?

Pero el asunto tiene un rostro aún más perverso.

Como recuerdan, luego de la difamación de la que fue víctima Cuauhtémoc de la Torre –acusado de supuesto tráfico de servicios sexuales con dinero público–, el exlíder del PRI en el DF fue víctima de una persecución mediática tumultuaria y de una discriminación brutal encauzada por la claque de la señora Aristegui, que no sólo destruyó la vida personal del defenestrado jefe del PRI capitalino, sino su vida política y familiar y hasta lo llevó a dos intentos de suicidio y a una severa adicción al alcohol.

En pocas palabras, que el periodismo carroñero de la señora Aristegui destruyó no sólo a un político inocente de las acusaciones en su contra, sino que deshizo su fama pública, su fama personal, su imagen, a su familia, a sus hijos, hermanos y a todos los que lo rodean.

¿Quién pagará por todo ese daño? ¿No existe una instancia de derechos humanos capaz de alzar la voz sobre esa violación a los derechos elementales de un ciudadano difamado? Y es que si la farsante señora Aristegui apeló a la ONU y a otras instancias sobre la presunta violación de sus derechos humanos –con el chabacano argumento de que el despido de MVS fue un despido de Estado porque la concesionaria es parte del Estado–, entonces ella era parte del Estado cuando difamó a Gutiérrez de la Torre.

Y bajo el mismo criterio del que se cuelga la señora Aristegui, el señor Gutiérrez de la Torre fue víctima de un agente del Estado, la conductora, quien violentó todas sus garantías individuales.

Y de eso, nada dicen la CNDH, la CDHDF y todos los socios de la difamadora profesional.

Al tiempo.